La inocencia y el esgarro
Un llatonero en invierno. Como en este tiempo no tiene hojas, se vei muy ven el cielo pllomizo que feba ixe día |
Mira que son raros los grans. No se sabe, ben, ben como
entendelos. Contino están: no feigas esto, no feigas aquello; ves per aquí, no
veigas per allá. ¡Cauen!, podrían dixame tranquilo alguna vez. A más siempre
con ixa cara seria, que paece que no les han pagau. Hoy mismo.... ¡Ya verás
tú!,encima que casi m’estricallo, acabaré el día castigau sin podé salí a chugá
en toda la tarde, y espera que no me caiga alguna zurra. ¡Si lo veigo vení!. Lo
milló que me pue pasá é qu’esté el yayo deván cuan veigan to’l pastel. De toda
la familia é el único aliau que tiengo.
Voy subín la’scalera con la mano detrás, tapanme la
culera. Entro en la cocina y sin dame la güelta, me sento a la mesa pa comé.
Mamá está achocada en el fogaril, entre medio de los pucheros, acabán de fe la
comida. Rosana en la recocina, fregán el vajillero del guisote.
—Viens
muy pronto hoy. ¿Qué cosa?. Aún no han baldiau.
—No,
nada, que s’en han iu toz a comé y m’he quedau solo.
—¿Qué
t’has quedau solo tan pronto? ¿Y na más llegá te sentas a la mesa cuan otros
días das más güeltas qu’un ventiladó antes de felo.....?. Mmmmm, ya verás como
algo saldrá.
(¡Jolín con mi mare! Paece como si tenise antenas)
—Mientras
baixa tu agüelo del miradó y acabo de fe la comida, coge el purrón y baixa a la
bodega a llenalo.
El yayo está’sgranán panizo con la cerrolla en el miradó.
Cuan aún fa güen tiempo, coge la silleta de fe la comida de deván del fogaril
(é baixeta y se llega milló a los pucheros), s’en sube ent’alto y sentau con
una colchoneta y la cerrolla debaixo, va’sgranán las pinochas poco a poco. El
grano cae en un capazo y los zuros se dixan en un motón pa quemá en la’stufa
pa’l invierno. Cuan el tiempo empeora, esta faena la fa en la cocina. Él ya no
v’al monte. S’ha feito un poqué viejé y fa faenas per casa u los corrals de poca
monta; como desgraná panizo, descoscá almendras, da de comé a las gallinas,
recoge los güegos y cosas así.
El yayo y yo mos llevan muy ben. Si estoy malo en la
cama, se está muchas horas sentau en el cuarto fenme compañía y contanme
cuentos (Se vei que se los inventa, perque cuan le digo que me torne a contá
alguno d’otro día, s’entrafuca y los mezclla con otros). Tamé me conta muchas
historias qu’ha viviu él u d’algún conociu. Cuan estoy castigau y no puedo salí
a chugá intenta que me llevanten el castigo y si no le fan caso, s’está con yo
contanme cosas, u chugán con la baraixa al “tonto’l loré”. Yo como lo quiero
mucho, le doy muchas abrazadas y a más como veigo qu’ixo le gusta, aún l’en doy
más.
—Que
veiga Rosana, que yo me puedo caé per las escaleras y después to serán
llamentos.
—¡Ñalo,
qué veiga Rosana!. Y él to’spatarrau sin fe nada, na más que i a chugá.
—Veeeenga
Martín, coge el purrón que tu’rmana ha’stau ayudanme to’l maitino y baixa las
escaleras con mucho tiento que ya’s prou gran pa i a la bodega. Y mira que no
te dixes el grifo’l tonel abierto.
Pinochas Este nombre me trai a la memoria una curiosidá que no tiene nada que ve con el escrito que ñai aquí . Tos conto. En un chuego de cartas que se llama POKER. (Muchos ya lo conocez), existe una figura en el desarrollo del chuego que se llama "FAROL". Consiste en fe un envite de perras un poqué alta, sin tení una chugada güena. Se fa pa que los otros chugados se pensen que sí tiens buenas cartas y se retiren. (Unas veces sale ben y otras sale mal. Así é el POKER). Pos güeno, ñai en algún sitio del mundo, que a esta figura se le llama "PINOCHA". La razón viene del cuento de Pinocho que le creceba la nariz cuan diba una mentira. Pos güeno, PINOCHA é la parte femenina de PINOCHO. |
Rosana tiene 17 años y ayuda a mamá p’el maitino en las
faenas de casa y per la tarde va a’prendé de modista. Na más fa que pensá en
los mozos—¿Qué si he visto a fulano?—¿Qué si he visto a zutano?—¿Qué en don?—¿Qué
que feban?. He tonta de remate. Ya tos digo...., solo pensa en pantalons. Pero
yo creigo, que en el qué más pensa é en Rafel, perque siempre me manda que veiga
per la calle La Iglesia, qu’é’n don vive, y l’esplique si lo he visto y
qu’estaba fen. Estas criajas que se creen mullés, solo tienen “la cabeza a
pájaros”, qu’he sentiu que dicen los grans.
—¿Per
qué caminas de reculas? No veis qu’entrepuzarás y romperás el purrón.
—Noooo.
No me cairé. Es qu’en empezau a fe unos ejercicios d’orientación en la’scuela y
uno consiste en caminá de reculas. Lo foi prou ben.
—¡Ja!
Ejercicios de orientación..... Ya’stoy tremolán con lo que m’estás amagán.
Mi mare, no é que seiga muy mala con yo, solo un poco
gritadera; pero tiene un no sé qué, qu’antes de que buf’el aire, ya sabe de don
vendrá. Y claro, a pagalo siempre Martín. Cualquier cosa que pase: Martín ha
siu. Hombre, alguna vez tienen razón. No é que seiga ningún santo, lo
reconozco; pero pago yo más d’una vez, per culpa d’otros. Cuan alguno fa una
trastada..... como yo’sté per allí cerca, to’l mundo dirá: Martín ha siu.
Güeno, pa to’l mundo no, ¡¡Pa’l yayo seguro que no!!
Yo tiengo 7 años, y he sentiu di que va nacé de rebote,
cuan ya pensaban que s’habeba cerrau el grifo. No sé que quieren di cuan hablan
d’esto, perque siempre lo fan cuan pensan que no los escucho. Seguro que sería,
que cuan van abrí el paquete en que veniba yo de la tienda, me caería al suelo
y rebotaría como una pilota. Si va sé así, no me faría mucho mal, perque no
m’acordo.
—Viene
aquí, que te quiero ve.
—Ahora
no, después, que tiengo que i a buscá el vino.
—¡Qué
viengas te digo!
El yayo acaba de baixá del miradó pa comé. Papa el tío
Pablé y mi’rmano, s’han llevau l’alforcha y no vendrán hasta la noche. Están
preparán las tierras pa la sementera. Papá y el tío Pablé son hermanos y hijos
del yayo. El tío Pablé é soltero y poca pinta tiene de que ixo veiga a cambiá.
Mai se l’ha conociu una novia. Mi’rmano tiene 20 años y y’ha’ntrau en quintas.
—¡Si
ya me lo imaginaba! Menudo esgarro llevas en la culera. ¡Es que no ganán pa
remediá los estropicios que fas!
—Mamá,
mamá, espera que te conto. Per poco me mato. Estaba coguén llatons, alto d’el
árbol, se m’ha rompiu un camal y he caiu al suelo. Menos mal que s’ha’nganchau
el pantalón en un brochanco y m’ha salvau la vida al amortiguá el batacazo.
—No,
si encim’aún dirás qu’has teniu suerte. ¡Que narices tenibas que fe tú, un crío
tan chicó, encima d’un llatonero!. Mos vas a matá a disgustos.
—Trini,
Trini..., au tranquilizate—Le dice el yayo a mamá pa calmala—qu’aún hubiese
podiu sé peor si se rompe un brazo u una pierna. Total, se cuse el pantalón y
to arreglau.
—Pos esta tarde, mientras te
cuso el pantalón, te quedarás en casa en canzoncillos. ¿Per qué no querrás
metete el pantalón de los domingos? Otro no’n tiens pas.
Güeno, menos mal, por lo menos m’he salvau de las zurras.
Los zagals que tienen hermanos, más u menos de la suya edá, pueden heredá la
ropa de los otros u intercambiásela; pero como el mio é muy gran, no tiengo pantalón
de repuesto.
El yayo después de comé s’en sube otra vez al miradó, a
seguí’sgranán panizo. Yo, m’en subo con él a fele compañía. Como no puedo salí
a chugá.....
—Yayo,
sabe que le digo, que no quiero feme gran. La vida de los grans é muy aburrida,
siempre están enfadaus y casi no saben ni reí.
El yayo me posa la mano encima de la cabeza, m’esturrufa
los pelos y sonreín, me dice:
—Martín, a la inocencia, siempre acaba fensele algún
esgarro con el tiempo.
Francho
chardiz
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