Coroneta

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Una coroneta cortada per la mitá
COMO VEYÉ LOS ESCRITOS
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miércoles, 12 de enero de 2011

Noche de ánimas



La familia del Siño Toné y algunos criaus.



Fa años, la Carrodilla era un sitio de mucho trajín. Allí viviban unos ermitaños qu'eran los encargaus de vigilalo to. Cuidaban la Iglesia y la Casa los Amos. Éstos amos eran cuatro de los ricos del pueblo, que la van comprá después de la Desamortización de Mendizábal, per allá per metá del siglo XIX. Dicen que lo van fe pa que la Virgen quedase en manos de la chen de Estadilla y no caese en manos de forasteros. (Ixo he sentiu contá….. Y a lo milló va se así).

Tamé s'encargaban de treballá las tierras. Ñabeba muchismas. Se treballaba hasta el Campo la Basa, all’alto casi en Buñero. Este Campo la Basa era muy güena tierra y se sacaba mucho grano. Teniban gente pa fe todas las faenas, braceros, boyeros, pastós, craberos, zagals pa cuidá los corderos ….. Casi toz viviban allí. Tamé feban de fonda pa tratantes y chen que subiban cara a Chuseu y hasta Benabarre. (Pa i a’guinaliu desde Estadilla, se iba per la sierra Périz y a Calasanz, en Mentirosa, se desviaban per la canal de la sierra Tringols).


La Carrodilla.  Foto cedida p'el Cafetero
http://www.cafetero.net/



O sea, se achuntaban güena colla cada noche pa dormí. Una d’ixas noches, habeban acabau de cena y estaban recogius, fen un poco de tiempo antes de isene a la cama.

La puerta de fierro que van llama la primera vez.
Aun se veyen los amarres del picaporte que mos van furta.
          —Bom, bom, bom—Sienten que llaman con el picaporte de la puerta de fierro de los porches. (El mismo picaporte que mos van furtá muchismos años después)
            —¿Qui llama a’stas horas?—Va i alguno a preguntá, sin abrí la puerta. Un cocho muy rabioso que teniban pa vigilá, allí chitau sin fe mención de nada.
La misma puerta de fierro, veyense un trozo de los porches
            —Pos no ñai ninguno…..—Dice al torná.
            —Que raro, el cocho sin movese—Comenta el Siño Toné, qu'era el ermitaño.

Al poco rato, per la puerta del forno.

            —Bom, bom, bom—Otra vez.
            —Ya voy yo—Dice el Siño Toné, cogén la'scopeta d’un caño que teniba.
            —¿Qui llama?—Abre la puerta y se asoma con la'scopeta preparada—Ninguno, y el cocho to llargo sin da señal de nada. Esto…, esto é muy raro—Pensa.

Un raté después.

            —Bom, bom, bom—Ahora per la puerta los corrals.


Iglesia de la Carrodilla. Foto cedida p'el Cafetero
Ya to’l mundo se va movilizá. El Siño Toné con la'scopeta, otros con forcas de fierro, otros con cuchillos y navallas. Tamé van llevá’l cocho. Van cogé candils y van salí a'fuera. Van da la güelta a to la Iglesia y a la casa. No van ve rastro de ninguno.

S’en tornan enta entro, lo cerran to ben, y esperan a ve que pasaba. Cuan ya llevaban un rato y no van sentí nada más, deciden isene a la cama (….que dormise el que podese).

Ñabeba un pastó que viviba en Estadilla, perque teniba allí, casa, mullé y hijos. Cada anochecida marchaba ent’abaixo, pa torná a punto día a soltá.

—¿Sabez qui s’ha muerto esta noche?—Comenta solo al llegá—El agüelo Casa Chías—(Era uno de los cuatro amos que teniba la Carrodilla)

            —¡Ya’stá!—Dice el Siño Toné—Ixo ha siu qu’anoche, la suya ánima, antes d’isene p’al otro mundo, ha veniu a despedise de la Virgen.

Virgen de la Carrodilla. Foto cedida p'el Cafetero
Los que creigaz en estas cosas, aquí en teniz una más, y los que no….. pos güeno, pensaz lo que queraz. Yo ni saco ni meto nada a la historia, solo la conto como me la van contá.




                                                                                              Francho Chardiz

lunes, 3 de enero de 2011

Al salí de la'scuela



Cuan eran críos, pasaban casi to’l día en la escuela. A unos mos gustaba más y a otros menos. Pero lo que a toz mos feba ben contentos, era cuan llegaban las vacacions del verano, y aunque mos mandaban algunos deberes pa fe, podeban dedicamos a lo que más mos gustaba: Chugá. Y no quiero di que in a la‘scuela no podesen felo, que sí lo feban, ¡y mucho!.


Casi toz los días, cuan las tardes eran más llargas y aun quedaba sol, después de salí de la’scuela, mon iban a casa, dixaban la cartera, cogeban la merienda, y comenla, comenla ya'staban en la calle otra vez.



Las escuelas, casi, casi, como eran en esta historia
Tamé dependeba de los deberes que mos habesen metiu ixe día pa f’en casa. Ñabeba alguna vez, ben perque tenise el día torciu el maestro, u perque nusatros habesen feito alguna trastada, mos “afogaba” en la cantidá de deberes que mos mandaba. Y nusatros mos las teniban qu’apañá pa felos, y claro, podé chugá.

M’acordo qu'esto mos va pasá algunos días seguius. Mos meteba no se cuantas sumas, multiplicacións y divisións d’ixas tan llargas y teniban que pasamos mucho rato pa felas. Las escribiba en la pizarra y toz los copiaban pa fe en casa.

¿Que se mos va ocurrí a nusatros?.

Pos muy fácil. Mon iban unos cuantos al salí de la’scuela a la era la Col, detrás de la fábrica’l Barón. Cada uno feba una cuenta distinta y después mos las copiaban. Así, acababan en un santiamén y mon podeban i a chugá.



Escuelas y Cruz de la Basa
Pero claro, el maestro era más llargo que nusatros y pronto mos va cogé. Tamé de la forma más fácil. Sacá to las cuentas sin entivocamos ninguno, era ben difícil. Cuan pasaba, toz teniban el mismo fallo en el mismo sitio. Resultau final: Escribí 100 veces “No volveré a copiar los deberes con mis compañeros”.

Pa fe este “castigo” se necesitaba mucho papel y ixo costaba dinés. Pa no gastá tanto, ñabeba veces que pasaba un’avioneta tirán papels de propaganda (casi siempre era de “La quincena blanca de los Almacenes de San Pedro” de Barbastro). Estos papels, qu'eran de colós, solo estaban escritos per una cara y per la otra la podeban fe serví. Los zagals iban a recogelos y mos feban unas libretetas con un montoné, cusinlos per un lau. Tamé mos serviba pa “escribí en sucio”.

Aunque de vez en cuando mos castigaban, tampoco eran muchas, y miedo a i a la’scuela no’n teniban pas brenca, per ixo la fuineta no se feba desmasiau. Pero se de uno que la va fe  un día per la tarde. No s’habeba estudiau la leción que l’habeban metiu. Era la primera vez que la feba, y me paece que tamé va se la última per lo mal que lo va pasá. Como era tan primerizo en estas cosas, se v’amagá detrás del llatonero de la era Pera, ben cerqueta de la’scuela, y allí se va’stá, con más miedo qu’alma, las dos horas que duraba la clase per la tarde. Cuan van salí los otros zagals, él se v’achuntá con ellos como si tamé salise de dentro..., y pa casa. ¡Pero ay chiquez!. Este zagal teniba un’agüela que viviba en el Portal del Sol y desde la parte d’atrás de la casa se veyeba la era Pera. Lo mira un raté y se dice pa ella:

            —Pos si ixe zagal qu’está detrás del llatonero é mi nieto. ¿Pos qué debe d’está fen astí?.

Enseguida se va da cuenta que lo que estaba fen era amagase. Entonces l’en va di a la mare.

            — Oye, qu’he visto al zagal esta tarde sin i a la escuela.

 La mare como sabeba que aquel crío no era pas de fe fuinetas ni trastadas, le va i sacán poqué a poqué to la verdá. Y sin gritos ni castigos v’acabá aquella historia. Un día este zagal me lo contaba a yo, to satisfecho de como habeba siu su primera y última fuineta.
Vista ven maja de Estadilla feita p'el Cafetero. Alla al fondo se vei hasta el Pueyo de Barbastro

Uno de los chuegos que más se feban después de salí de la’scuela u en las vacacións, era chugá a la pilota.

Ñabeba tres sitios qu'eran los más aparentes pa felo.

El milló de toz, la era Heredia. Era gran (llarga y ancha), sin esturbos, y lo principal, era difícil que se mos aventase. Per detrás de una de las porterías, podeba i a pará a las faixas del Maturro, de don se recogeba deseguida. Per la otra estaban los tellaus de los palleros de Garoz y de Llinzols; pero como feban baixada a favor d’on veniba la pilota, siempre acababa caen p’el callizo los corrals.

Otro la era Castillo. Tamé estaba prou ben, era llarga, pero no tan ancha. Teniba algún inconveniente. Como eran dos eras, una a’lau de la otra, en tiempos, habeban estau separadas per unas llosas metidas drechas. Ya no’n quedaban más qu’unas poquetas en un lau. Aquí la pilota siempre entrepuzaba. Otro problema más gordo, era que se mos aventaba más fácil. Si caeba al ferriñal del Morero no pasaba nada, se iba a buscá y ya’stá; pero detrás de una de las porterías ñabeba dos tellaus d’on la pilota, muchas veces, se quedaba parada en las piedras d’aguantá las tellas del ráfil. ¡A’scalá per la paré pa subí a cogela!. Qui l’aventaba teniba que i a buscala; pero cuan se quedaba en el tellau, teniba que subí el más atreviu. Lo peor era cuan caeba en el corral descubierto de Cecllé. Aqui s’acababa el partido. Pa recuperala teniban qu'esperá a que los amos isen a da de comé a las gallinas, que a veces era'l día siguiente. ¡Alguuuuna vez se va atrevé a brincá pel tellau el más estalentau, arriesganse a tomá mal!.

El tercero era el mismo patio de la’scuela. Éste era el que menos mos gustaba. Aquí la pilota no se mos aventaba a ningún sitio; pero el suelo pa chugá era’l peor. En la metá d’abaixo ñabeba yerba, que per un lau estaba ben, pero cuan se feba alta, se frenaba la pilota y toz los críos iban a ve qui le daba la patada más fuerte. Mos amontonaban y acababan paecén que chugaban al “rugbi”, ixa cosa americana que los chugados s’afaixinan como la garba. Otro problema del patio, .... la otra metá estaba llena de piedretas. Si te caebas u el portero se tiraba pa fe una parada, se mos cllavaban per los brazos u piernas y saliban escalabraus.


Calle Mayó.
Esta e la calle que más críos recogeba
cuan saliban de la'scuela
Foto cedida p'el Cafetero

Otro sitio que muy pocas veces iban, era’l campo de Llenguateras, el que chugaban los grans. Estaba más lejos. El suelo tamé estaba lleno de piedretas, y lo peor de to, que como era tan gran y los críos correban siempre detrás de la pilota, como los galgos detrás de la lliebre, cuan habebas feito dos carreras de punta a punta del campo, te tenibas que sentá pa cogé aliento.

Pa fe los equipos, lo milló era que ñabese más de 10 zagals y másimo 20. S’eslegiban dos capitáns, uno pa cada equipo, y ellos iban escogen, alternanse, un chugadó cada vez. Los millós eran los primeros en triase. Al final solo quedaban los más patosos. Per ixo, aunque fuesen non, no teniba importancia; el último lo mismo daba que chugase en un bando como en otro.

Todas estas historias y cuentos procuro qu’el fundamento vienga  de los recuerdos (míos y d'otros que me contan). Pero no quiero pas dixá de nombrá a los que padecen ixa terrible enfermedá, que dixán el cuerpo vivo, va apagán poco a poco ixos recuerdos, hasta felos desaparecé de’l to. Los que tiengaz la suerte de podelos tení, alguna noche cuan no podaz dormí, fezne un repaso. ¡¡ Escogez los que no tos feigan sufrí !!




                                                                                              Francho Chardiz

sábado, 1 de enero de 2011

M'acordo

Calle San Juan.
(Del libro Memorial de Luz. Autor: Xavier Bayle)


M’acordo…. que pa las tardes del verano, p’allá cuan el sol baixaba un poqué, s’achuntaban en la’squina de casa Belló, a’lau de la pllaceta Marro y la calle San Juan, un corro mullés.  La metá enta la calle y la otra metá enta la pllaceta. D’ixa manera les correba una brenqueta d’aire.  Las de más virtú, se estaban enta la calle y las otras enta entro, que les rompese un poqué ixe aire, y no les dase tan espllateras.

M’acordo…. que todas feban alguna cosa: unas filaban, otras ganchillo, otras calceta, otras cusiban (pero no m’en acordo pas que cusisen los malacatóns de los calcetíns, ixo se dixaba pa felo en casa).  Tamé ñabeba qui feba encajes de bolillos. ¡ Feban unas puntillas que tiraban p’atrás!. ¡Y veyeles los dedos ....! ¡Como los moveban! ¡Ni los podebas seguí con los ojos!. Como me gustaba miralas y sentí aquel cic, clic, clic,  que feban los bolillos chocán al cruzalos. Tan zagalé qu’era y ya me quedaba encantau.

M’acordo.... q’estaba la Siña Vicenta casa Cortinas, que mos diba:

—Venga zagals y zagalas — (que ñabeba güena recua en aquella redolada) — sentatos que tos voy a contá un cuento

Y ya mos veis a toz corrén pa cogé el milló sitio a’lau d’ella. Lo esbolotaus qu’eran toz y cuan mos diba ixo, no se sentiba una mosca. Mos achocaban y allí en el suelo, fen corro, mos sentaban.

Mientras iba contanmos las cosas que les pasaba, pues a:

            Manolé de casa tal, cuan iba a soltá las güellas pa paixentá per las Valetas....

Otro día era:

            Joseré cuan iba a llená el sillón de aigua fresca a Mazas....

Y güeno, to aquello que mos querese contá.

M’acordo.... que los contaba tan ben, que mos teniba allí quietos sin movemos. A más, a más, querén nusatros que no s’acabase mai. Si te mirabas la cara de toz, veyebas:

            Unos, no sacaban los ojos de la Siña Vicenta.
            Otros, su mirada estaba perdida en ixe mundo de sueños al que mos llevaba.
            Tamé ñabeba qui se meteba el dedo per la nariz habé que trobaba.
Y ñabeba otros, que cuan la historia era un poqué de miedo u de “suspense”, se retorceban las manos y feban muecas con los morros, como si to aquello estase pasanle a él.

Pero esto de queré contamos cuentos no pasaba muy a menudo.... A veces mos acercaban unos cuantos y le diban:

            —Siña Vicenta, cóntemos un cuento.

Y ella mos contestaba:

            —Hoy no ñai cuento— Y mos esfurriaba— Venga a chugá per astí.

Y nusatros, ya lo creigo que mon iban a chugá. ¡Era lo que milló sabeban fe!

M’acordo....que teniban tres sitios en que estaban más a menudo:

Casa Marro con la calle San Juan y la pllaceta cuan la estaban pavimentan
            Uno, la calle San Juan. Aquí, chugaban a las carpetas, a la “una anda la mula” a la pilota-mano contra la paré casa‘l Barón. Tamé chugaban con las zagalas (poqué; pero alguna vez lo feban). Con ellas chugaban al cuadro l’avión, a la comba. ¡Hay chiquez, a la comba!. ¡Como s'en reiban de nusatros!. Lo patosos qu’eran. Y ellas lo mismo entraban pe’l drecho como pe’l revés, lo mismo brincaban dos como tres a la vez. Se cogeban las faldetas con la mano, pa’ntrá y pa salí, que no se les llevantasen con la cuerda.

El trinquete
            El segundo era el trinquete, pa los grans, la Iglesia Pilatos; pero pa nusatros siempre va sé el trinquete. Ixe sitio era el favorito pa los zagals. Mos sentiban menos vigilaus, y podeban fe cosas sin que mos gritasen. Pero, gritamos... ¡Ya lo creigo que mos gritaban si s'enteraban de que iban allí!. Como no mos iban a gritá con aquellas parés llenas de chesencos a medio caé. Aquellos dos arcos que cruzaban d’un lau al otro, all’alto casi en el cielo, en un equilibrio que se podeba cruixí en el momento menos pensau, aquel forau que daba al güerto los flares y que ñabeba que brincá enta un suelo fen baixada... ¡Y los barrotes de fierro que ñabeba enta una de las esquinas a modo de escalera!. Una escalera que subiba ent’alto y no iba a pará a ningun sitio. Yo penso que aquí va tení que treballá de valiente “el Angel de la Guarda”, ixe que dicen, que toz los crios tienen; perque nunca, que yo m’acorde, va pasá nada; aparte bella nafradura.

            Y el tercero eran las eras altas. Aquí mon iban a espadiá, a chugá a vaqueros. Güeno, acostumbraba a sé el “campo de batalla”. Pero ojo, no siempre estaban en guerra. Tamé chugaban a la pilota en la era el Gallo. Y ya podeban rezá pa cuan brincaba enta’l camino el cementerio, no cogese el camino de Mazas, pe’l lau la era el Alfarero.... perque pa cogela, ¡te gibo!, como ñabeba que corré p’alcanzala.

            Otra cosa que ñai que nombrala aparte, perque se feba lo mismo en las eras, como en la calle San Juan, como en la Morera, u en cualquier sitio, e: fe roda la rueda u el aro. Ñabeba los que teniban una rueda ben güena (muy poquez), que era ben feita de redondillo soldau, ben chulo, y pa llevala un gancho que tamé estaba feito ben aparente. Ixos lo teniban u ben perque sus pares eran muy mañosos u perque tenisen influencia con bel ferrero. Y después estaban los que llevaban un aro qu’era de la parte d’abaixo de bel cocio de zinc viejo y foradau que mos habrían encontrau per la Morera u en alguna casa que lo tenisen pa tirá. El gancho pa felo rodá era, casi siempre, un alambre, a veces doblle y retorciu pa dale más fuerza; ¡pero chiquez!,... los que usaban este aparato penaban más qu'el siño Filsibetas con el burro. Entonces teniban que femos muy, muy amigos, de los que teniban la rueda güena pa que mos la dixasen bel raté. (Y es que ñabeba amigos y muy, muy amigos).

Y ya p’acaba he de di, que estos son solo algunos de los chuegos de aquellos tiempos y que la llista de toz sería tan llarga.... que güeno, ¿pa que seguí?. Solo di que la capacidá de fe un chuego de cualquier cosa era muy gran. El no tenilo pas to feito, como más u menos pasa hoy, mos feba esmolá el ingenio.


                                                                                              Francho Chardiz
La fuente Rosalía

Paquito, el de Alfaro
Del libro: Memorial de luz (Autor Xavier Bayle)
                        

Antes de que fesen el canal que rega los Pllanos y las Cremadas, los Camedianos y las Nogueras, eran fincas que si el año acompañaba y lloveba cuan tocaba, aun se sacaba pa i tirán. Tamé del pueblo ent’abaixo ñabeba prous viñas de don saliba güen vino.

La caseta de la sierra Alfaro y al fondo el Solano
A partí del año 1878, u per astí, va vení y se va’stendé per toz los llugás la filoxera que malmeteba ixas viñas (a Estadilla, aun va tardá en llegá). Tamé se van achuntá unos años de sequía y to barrexau, chunto con que ñabeba tierras malotas per ixa zona, se consideraba que las fincas güenas estaban en la sierra qu'era más frescal. Se cogeban olivas, almendras y grano. Tamé ñabeba mucho ganau (güellas y crabas).
 
 
Se treballaban toz los rincóns en don ñabese un poqué de tierra. A veces se feba una paré de piedras pa tení un faixetón, en don, a lo milló, solo ñabeba una olivera y con el terreno tan chicó, que casi no podeba removese una chunta burros pa llabrala.
 
 
Las artiguetas abundaban per toz los laus. Podé cultivá estos sitios, habeba siu a base de siglos de faena dura y que generación tras generación lo conservasen y cuidasen pa sacá lo justé y podé i tirán.

Tamé la caseta desd'otro ángulo
Como lo que daba más eran las sierras, tamé era normal que se arreglasen las cosas pa está lo milló posible. En la d’Alfaro, ñabeba una caseta prou gran, con cocina, comedó, dos cuartos pa dormí (uno muy gran). Tamé cuadras y sitios pa guardá los trastes de treballá y los aparejos de los bajes. Ñabeba era pa trillá y pallero. Corral pa’l ganau y arnero de don se sacaba miel. ¡Pero ojo, no era pas nada del otro mundo!. Seguiba sen una caseta de monte. Per las sierras ñabeba muchas así.
 
 
El sitio serviba pa viví-ye si era menester. En la guerra van está aquí varias familias cuan va pasá el frente per Estadilla. Tamé según contan, cuan yo era muy chicó va está malo y va pasá tres meses con una tía que me cuidaba. Teniban gallinas y palomos sueltos p’el día y se cerraban per la noche pa que no se las comesen la rabosa. Cada día subiba alguno desd'el pueblo pa traé suministros y ve que feban. Tamé treballá en la finca.
 
 
Güeno, después de to esto qu'he contau, ya he llegau a don queraba i a pará:

La fuente Rosalia......¡Ya no mana!
            La fuente Rosalía

Estaba casi al cabo de to d'un regalé don ñabeba faixetas qu'estaban prou arregladetas con oliveras que se feban grans per to’l medio d'ixe regal, perque ñabeba más suelo. Se cargaban de cadillo pa Mayo. Eran más escarransidas en los laus don la piedra estaba cerca.
 
 
Cuan ibas a llená el sillón y te ibas acercán a la fuente, antes de llegá, ya sentibas aquella musiqueta del chorro del aigua caén a una baseta que se feba debaixo. La vena principal saliba per una boja que estaba como a medio metro del suelo. El aigua se recogeba en una basa que quedaba a’lau. Cuan lloveba mucho, manantiaba per to’lrededó.
 
 
Ñabeba chopos, muchos chuncos, alguna carrasca. Las oliveras qu’estaban cerca se feban grans al beneficiase de la humedá de la fuente y del fiemo que dixaban las güellas cuan morriaban los mediodías del verano. Tamé ñabeba una serbera (“por cierto”, diban que si te comebas siete serbas verdes te tornabas mullé u las mullés, homes. Pero no tos recomendo pas que lo probez).

Vista de toz los alrededos de la fuente y lo asilvestraus qu'están.
Si tos fijaz la boja está asti, casi en el medio de la foto.
¡Que diferencia con la época d'esta historia.....! 
Llegabas allí, te chitabas un raté en la yerba fresca y te quedabas sentín (y no solo per las orellas, sino per los cinco sentidos): el aigua al caé, las hojas de los chopos al movese, las cardelinas cantán cuan veniban a bebé….. Dixá entrá ixas sensacions y esplicalas con palabras…. ¡é ben difícil!.



Cardelina

Era una fuente prou constante. Solo dixaba de maná cuan veniban años muy secos. Tanta confianza se le teniba, que se va fe un güerto casi abaixo de to del regal y se va canalizá el aigua desde la fuente a una poza pa podé regalo.

Me contaban, que pa fe baixá el aigua se van usá unos tubos de bardo cociu, que feba un alfarero de Secastilla y los van i a buscá allí con una galera y un tiro mulas. Estos tubos s'empalmaban unos con otros en una ceclleta y después s'enterraban de forma muy somera. Cada ocho u diez metros se feba un forau encima del tubo pa podé desbozalo si se taponaba con piedretas, barrillo u musgo. Este forau se tapaba con un trapo, una tella y una piedra encima, pa que las güellas al pasá no lo movesen.

La poza pa regá estaba muy ben feita. El suelo era de ladrillos y las parés de cemento. Teniba como metro y medio de profundidá. A’lau ñabeba una basa p’abrevá el ganau. El aigua que baixaba de la fuente se podeba fe i a la basa u a la poza seguntes se necesitase.

La serbera en invierno. ¿Florecerá la primavera que viene?
En el güerto lo mismo se feban tomates que pimientos, lo mismo verdura que cebollas. Güeno, to lo propio d’un güerto. Ñabeba una paré a to’lrededo, con una puerta pa entrá y así evitá que se comesen lo de dentro las güellas y los bichos.

Aqui deban está la poza que serviba pa regá el güerto y que tamé mos serviba pa bañamos.
Detrás, en don ahora están ixas almendreras secallosas, estaba el güerto.
La poza, alguna vez la van usá pa i a bañamos con la cuadrilla d’amigos. El tiempo no l’habeba pasau en balde. Algún ladrillo se llevantaba y las parés estaban prou descarnadas; pero aun se podeba usá como si fuese una piscina. Enta una de las esquinas creceban yerbas d’ixas que se crían dentro del aigua, pero el resto estaba prou ben. El único problema que teniba, aparte d’está lejos del pueblo, era que siempre correba una cerceta, que cuan salibas muixau te quedabas chelau. Claro, toballa no’n llevaban pas mai.

Una vez estaban pollinián dentro del aigua toz menos uno. En ixo que sentín que mos roza algo per los peus:

            —Una culebra, una culebra—Gritán.

Salín escopetiaus, con más miedo qu’alma.

            —Si no fan nada las culebras d’aigua—Se mon ríe el que estaba afuera
            —Meteté tu, valiente—Le din.
            —Perque estoy seco y no me quiero muixá, que sino…..—Dice.

Total, que ni él ni nusatros mos van torná a meté y a más, ixa va sé la última vez que van subí a la sierra a bañamos.

La fuente Chardiz sigue manán.
El día que van fe la foto llevaba chelán muchas noches y el chelo teniba más de cuatro dedos de gordo.
Hoy la fuente Rosalía está seca. Ya no mana. Fa muchos años habeba visto secase la fuente Chardiz, pero la de Rosalía seguiba manán. Teniba que vení mucha sequía pa que no brullase. Hoy, solo cuan llueve mucho rebrota un par de meses, pa torná a secase en verano. Algo la teniu que pasá. A lo milló la vena s’ha desviau per otro sitio. A lo milló los petroleros que van está fa años perforán en monte Calasanz la van toca. ¡¡Qui sabe…!!.

            —Paquito—el de Alfaro—cuantas veces van hablá de la fuente…. Como mos entusiasmaban. Tu siempre tan optimista con las cosas que se podeban fe….Yo, metente problemas a tus proyectos….

—Hoy, Paquito, tu t’en has iu y la fuente Rosalía se mos ha apagau….. los dos, pa siempre.


                                                                                  Francho Chardiz
El barranco Mazas


Los güertos de la fuente y p'el medio el barranco Mazas
Foto propiedad de José Vicente Ferrández
 Editada en su blog http://jvferrandez.blogspot.com/


Cuan eran críos, las zonas en don chugaban iban crecén con la edá. Mos iban fen más grans y ya buscaban sitios más lejos de casa don podé …. ¿Como diría yo?, se más aventureros. Uno d’ixos sitios era'l barranco Mazas.

En el mismo camino, solo pasau el barranco, y debaixo un espondal, ñabeba una baseta en don manaba un aigua cllara y fresca que teniba fama en el pueblo. Era la fuente Mazas.


Astì deban, en don está ixe barceral, entre el camino y el barranco, manaba la Fuente Mazas
¿Que fará 50,...60 años que ya no maná?
Aquí veniban los zagals a buscá aigua fresca desde las eras cuan se trillaba....
Teniba una fama ven ganada per lo fresca y güena qu'era.

Cuan veniban años de llové poco, acababa per secase; pero tornaba a maná cuan eran normals. Si los años eran de muchas llovidas, tamé manaba en medio de la faixa que ñai encima del espondal y per una ceclleta iba enta’l barranco. Nusatros feban que caese a chorro d’alto abaixo. ¿Y sabez pa qué….?, ¡Pa bañamos desnudos debaixo'l chorro!. ¡Te gibo! Solo de l'altura que caeba ya mos feba mal allí don mos dase, la cabeza, los hombros, la’spalda, u don fuese. Pero no solo ixo…. ¡Estaba tan chelada!, que mos cogeban unas tiriteras, qu’aun bailo hoy cuan m’acordo.



Esta faixa que queda justo encima del espondal
 que manaba Mazas, era per don saliba
 tamé el aigua, cuan lloveba mucho.
 Nusatros mos duchaban cuan caeba al barranco.  
Otro sitio que ñabeba cerqueta, era la cova el Muchacho. Allí mos amagaban pa fumá meliguera. En el barranco ñabeba pa da y vendé. La buscaban ben sequeta pa que quemase milló. A’lgunos les gustaba un poqué recieta, pa podé sacá más fumo; pero a yo me gustaba fineta, fineta. ¿Y sabez perqué me gustaba fineta?.... ¡¡Pos perque fumá meliguera era una de las cosas más desagradables qu’he feito mai de crío!!. Al chupá te picaba com’un demonio la punta la llengua, te dixaba la boca asprosa y como s’esbarrase el fumo un poqué enta entro….. ¡Te feba estosegá hasta sacá el almuerzo d’una semana avans!. Per ixo, cuan diban de i a fumá meliguera, siempre procuraba buscá una desencusa pa no i.

Tamé en esta cova, ñabeba un forau, no muy fondo pero muy oscuro, don s’amagaban muchos murciélagos. Y como más d'uno de nusatros eran enredadós, acababan per esfurrialos y la cova se llenaba d’ixos bichos fen unos chillidos que se meteban hasta entro de to de la cabeza.

Otra cosa que feban per aquí, cuan apretaba mucho la caló y cantaba la fefé, era intentá cogelas, que no era pas brenca fácil. Las sentibas cantá, te ibas acercán…. y se paraban de felo. Ya podebas i despacié, despacié mirán a ve si las veyebas. Pero como eran iguals que los troncos de las oliveras u las almendreras, mos costaba veyelas y volaban avans d’está prou cerca. Pero alguna vez sí qu’en cogeban.

Barranco Maroz entre boirinas
Después de achuntase con el de la Sierra Periz, fan el barranco Mazas
Foto cedida per Xavier Bayle
P’el barranco ñabeba muchos mixonez y tordas negras, per ixo, era un sitio ben aparente pa cazalos con cepez. Algunos zagals eran más entendius pa cazá así y nusatros los acompañaban y mos enseñaban a pllantalos. Se feban unos montonez de tierra en las faixas cerca del barranco, con una cara pllaneta mirán enta los arbols. Aquí se enterraba el  cepé con una aluda (si habeban teniu suerte de trobala), y sino un grané panizo; una cosa u la otra que se veyese ben. Encima d'este montoné de tierra se meteba un tarroqué u dos tochez cllavaus y cruzaus en forma d'aspa pa'sturba a los mixons y tenisen qu'entrasen per abaixo pa comese el cebo. Si'ntraban per alto, el mismo fierré del cepé al disparase, los espientaba ent'afuera y no los cogeba.

Astí mismo, a la izquierda, ñabeba una baseta que manaba Fonfría.
De seguida se achuntaba con el aigua d'esta ceclla, que cruzaba p'el puente que tos conto aquí mismo y que regaba las güertas de Sichá.
Hoy no sé si ñai puente u no, perque aquí detrás ñai una "selva" que no se vei ni "jota".
Ahora, el aigua cae al barranco aquí, a los peus del que fa la foto.

Otra vista del mismo sitio, con el aigua que brinca al barronco
Más abaixo y tamé cerca del barranco, ñabeba otra fuente muy amagada. Era Fonfría. Estaba al final d’un camino qu’acababa en un puente que solo era pa pasá la ceclla que regaba las güertas de Sichá del otro lau. Per aquí no pasaba ninguno. Nusatros, fenmos los valientes, iban d’un lau al otro del barranco, fen equilibrio p’encima la ceclla. Teniban que pasá con un peu a cada lau de los bordes que eran de ladrillos, u tamé, los más caguetas, descalzos per dentro del aigua.

Los güertos y Mazas desde el Castillo
Foto cedida per Xavier Bayle
Los barcerals no mos ayudaban brenca pa movemos per estos sitios y más d’una vez acababan con esgarrañazos per brazos y piernas, tamé con algún esgarro en la ropa y hasta escalabraus más d'una vez.

Cuan no teniban escuela, pa las vacacions del verano u Semana Santa u cuan fuese que estasen a los maitinos per aquí, la hora pa i a comé mos la marcaba el baldiá las campanas a la una del mediodía.  Pero una vez, que era Viernes Santo y no las tocaban (solo se feban soná las matracas y las carracas), nusatros estaban tan tranquilos perque no habeban setiu baldiá. Y ya cuan mos van da cuenta de que algo raro pasaba (¡Ni pensá que aquel día no tocaban las campanas!), van decidí ímone pa casa. Me va trobá en la calle con mi pare. Ya'staban desesperaus de que mos habese pasau algo. Al veyele la cara, va pensá pa yo:

            — (¡Huy que gorda las feito!)
            —¿Don viens? — Me va di
            —Pos de chuga— le digo yo
            —¡Pasaaa y sube ent’alto…..!

Ha siu la única vez, que yo m’acorde, que mi pare va'stá a punto de meteme la mano encima.

Güeno, ya iré contán más cosas poqué a poqué. Toz los recuerdos forman parte de nusatros y mos han d’acompañá toda la vida, u en el peor de los casos, hasta que la naturaleza mos lo permita.



                                                                                              Francho Chardiz
El Siño Paco: Mi agüelo


Mi agüela Siña Maria y mi agüelo Siño Paco.
Esta foto é un montaje que se va fe per los alrededos de 1950. Están prou retocadas.
Sin embargo son dos fotos individuals de principios de siglo pasau.
Ella se va morí en 1915, y la boda sería sobre 1905
Cuan uno quiere contá cosas de cuan era crío, casi siempre pasa, qu'ixas historias están un poqué (o un mucho) desformadas p'el tiempo qu'ha pasau desd’entonces y per la edá que se teniba cuan van pasá u te las van contá. Per ixo voy a intentá que seiga el crío qui las conte y no el viejo que soy hoy.
Son historias sueltas y a más, no tienen que ve unas con las otras; pero ixo sí, de la misma persona: Mi agüelo.


Ermita de la Virgen de la Bella
En Castejón del Puente
La boda
Habeba sentiú contá que se va casá con mi agüela, qu'era de Estiche, en un sitio que se trobase a metá camino entre los dos pueblos, Estadilla y Estiche, pa que los invitaus a la boda de los dos llugás, fesen la misma distancia y no'n salise pas beneficiada ninguna de las dos partes. Ixe sitio va sé Castejón del Puente, en la ermita de la Virgen de la Bella. En un sitio ben majo, encima la cantera que da enta’l río. Me van llevá una vez mi pare y mi mare pa velo. ¡Fijatos cuantos años después d'aquella boda, sería! (He tornau  alguna qu'otra vez).
(Ñai otra historia muy “entrañable” que está muy chunta a ixa boda, y que no voy a podé contá perque me apartaría del tema, y que fa memoria a otra persona muy querida mía: La tía Concha de Casa Juanico. Lo dixarén pa otra ocasión).

La olivada
Mi agüelo era muy serio, según diban toz; no reiba casi nunca. Per ixo esta historia que voy a contatos tiene más enjundia.
Cuan ñabeba olivada, en casa nuestra, iba una güena colla gente pa las faenas de recogelas. Los homes pa cullí y enmantá y las mullés pa picotiá y zarpiá las olivas que caeban per fuera las mantas.
Se feban bromas..., se contaban chistes...; pero sobre to, sobre to, se treballaba..... ¡y de que manera!. ¡Con aquel frío, las manos cheladas, to escarchau!. ¡Tos imaginaz a las mullés pizcán las olivas del suelo chelau!.  ¡Como les teniban qu'acaba los dedos!. Y si amonanzaba aun peor, perque se meteba en el calcero unas zalapastradas de bardo, que toz acababan el día esllomaus d'arrastralos.
Una faena ben dura. Los homes, quieras que no, al cullí se sacaban más el frío. Siempre ñabebea encendida una foguera pa ise calentán las manos y los peus.
Pos güeno, ahora la historia. Siempre ñabeba uno que era el más gracioso y simpaticote de la colla y un día les va di a los otros:

            —A que foi reí al Siño Paco....
            —¡Uy! —Le van di—que difícil lo tiens.
            —¿Que tos chugaz a qué sí?
            —Nada, no mos chugán pas nada —Le van contestá— pero, venga, venga, próbalo.


A la hora de comé, se meteban toz alrededó del fuego, cada uno con la suya ciambrera. Cuan ya llevaban un raté charrán y fen mueso per aquí, trago per allá, va el Siño Juaquiné y dice:

            —Trai la bota que paece que’l tocino se m’ha parau en el garganchón.

Coge la bota, la llevanta, y sin abrí la boca, empeza apretale el culo pa que salise con más fuerza. Los otros de la colla, como si no veyesen nada. Pero mi agüelo, al veyele los chorreons de vino per to la cara, el cuello, la pechera la camisa.......
           
—¡Juaquiné! ¿Que fas?. T’estás metén perdiu

Se para..., se mira..., y to feito un Ecce Homo, dice:

            —¡Cagüen....!. ¡¡Si no m’acordau pas d’abrí la boca, Siño Paco¡¡

Y ben que s'en va reí mi agüelo....y to la colla tamé.
Muchos años después aun se contaba esta historia en las veladas del invierno a’lau del fogaril.
Olivas maduras a punto pa cullí

A comprá un hermano
Cuan teniba que nacé mi’rmano el chicó, feba unos días que se veyeba mucho trajín per casa. A yo me van di qu'era perque teniban que comprá un nino (u nina, que era lo que quereban mis pares; pero no mi agüelo, que quereba nino).
¡Cuanta lata no les daría a mis pares, pa i ayudalos a'scogé al nino cuan isen a la tienda....!, perque al fin, me van di que sí, que ya me llevarían.
Un maitino, viene mi agüelo to contento a despertame a la cama, y me dice:

            —Ya tiens otro hermané, l’en comprau esta noche.

Yo que me quedo miranlo y le digo:

            —¡Yayo, que no pué se verdá!. ¡Que teniba que i yo tamé a'scogelo!.

Él, con una cara de satisfecho, dice:

            —Pues é verdá, viene y lo verás.

Yo que me visto a’scape y men voy enta’l cuarto de mis pares y veigo aquel crío en la cama con mi mare:

            —¿Veis, que majo é?

Yo allí pllantau a punto pllora, perque no s’en habeban acordau pas de yo, cuan van i a la tienda a compralo.

Tronada
Del libro Memorial de luz. Autor: Xavier Bayle
La burreta
Pa i al monte u pa i a visitá alguna familia en los pueblos de la redolada, mi agüelo, cogeba la yegua con la silla montá u enganchaba la tartaneta. El carré lo usaba solo pa i al monte, ben con la mula, ben con la yegua.
Pero como a toz mos pasa, se iba fen gran. Una vez teniba enganchau el carré con una yegua royisca en la puerta casa, pa marcha al monte. Los homes ya s'en habeban iu. Él estaba montau en el carré y de sopetón, la yegua que se torna lloca y empeza a tirá enta van y enta tras, enta van y enta tras. Hasta qu'una de las ruedas s’enfila per la paré de Casa el Chiringo.... y vulquia.
Mi agüelo no va tomá mucho mal; pero del espanto y las cascaduras, lo van tení unos días en la cama.
Güeno pues, se va decidí que ya no teniba edá pa trajiná con animals de tanta fuerza, y le van comprá una burreta. Era chiquerrina, mansa, pero un poqué pilla la jodida.
A medio maitino, le meteba la colchoneta con la cincha y ¡ala, pa’l monte!. En la’squina Casa Toneta ñabeba una piedra gran, más u menos redonda, a nusatros mos serviba de banquilé muchas veces, y a mi agüelo le serviba de apoyadura pa podese montá en la burreta, qu'aunque baixeta, pos no llegaba guaire ben.

            —¿A’n va hoy? —le preguntaba mi mare.
            —A’n quiera la burreta—le contestaba él
            —Y si le pasa algo—tornaba a dile mi mare—¿A’n lo buscarén?
            —No sufraz pas—mi agüelo, tozudo­—ya me trobarez

Y así era, marchaba, y cuan llegaba al corral d’Abadías, la burreta enfilaba el camino que querese y él se dixaba llevá.
Per suerte, nunca va pasá nada.
Ixa burreta, tamé la usaban en casa pa fe otras faenas. Una que tiengo enganchada en la memoria, per lo que tos voy a contá, é i a buscá palla a la era.
Una mantada de palla
Se cogeba la burreta a pelo con la manta... y enta la era. Se llenaba de palla, se ataban las cuatro puntas, dos a dos en cruz, se meteba encima del llomo y pa casa. Con una mano s’aguantaba la manta y con la otra el ramal de la cabezana.
Pos güeno, iban una vez con mi’rmano el chicó enta la era. Él montau con la manta vacía debaixo’l culo, y yo a peu.
Pero, ¿qué se me cruzaría per la cabeza? qu’en llegán al corral d’Abadías le digo a mi’rmano:

            —¡¡Agarrate que me monto!!
            —¡¡Nooooo!! —que grita él— ¡¡No lo feigas!!

Y yo, sin fele ningún caso, y como era tan chiquerrina, me monto d’un brinco per detrás.
¡A te gibo! La burreta que siente las mías manos en las ancas y se mete a trotá.
Yo que no tiengo otro sitio qu’agarrame qu’a mi’rmano. Él pobretón… a ningún sitio.
Total, los dos ben enganchadez…., al suelo. ¡Menudo talegazo!
Mi’rmano, pllorán como una Madalena y yo esmeliganme reí al vemos to llargos en el suelo. (Reiba, perque no mos habeban feito mal ninguno de los dos).
Y la que tamé s'en hubiese reiu (si fuese como la Mula Francis) teniba que se la burreta, que se va pará un poqué más aván y se mos miraba.


Yo puedo aseguratos que todas estas historias (y otras muchas que están en no sé que rincón de la memoria) tienen la encarnadura de verdá. Lo que ya no sabría di, é si son igual que van pasá u el tiempo les ha iu dan un poqué de coló de sepia



                                                                                              Francho Chardiz