Coroneta

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Una coroneta cortada per la mitá
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martes, 7 de febrero de 2012

Los Alfareros. Artesania en estado puro



Este escrito solo tiene valor pa yo, perque siempre he sentiu cosquilletas pa conocé más cosas d’este oficio; pero güeno, tamé servirá pa los que tiengan ixa misma curiosidá. Los que no la tiengaz, milló que no lo leigaz pas, perque tos resultará aburriu y “paliza”.


Una imagen perfecta pa ilustrá el principio d'esta historia.
É la foto d'un tellau a la que yo le veigo mucha fuerza plástica. La va fe el Cafetero


Hasta no fa muchos años, la vida en los pueblos estaba condicionada per una serie de circunstancias que las feba muy distintas a hoy. De todas, que ñay muchas, quizá una é fundamental. Me refiero a los despllazamientos d’un llugá a otro. Pa i d’Estadilla a Barbastro con bajes y carro ñabeba que contá p’encima de las 5 horas entre ida y güelta, y no digán pa i a Güesca, que se necesitaba un día pa i y otro pa torná.



To esto esplica, chunto con otras circunstancias, que dentro de cada pueblo ñabese una serie d’oficios que solucionaban las necesidades de cada comunidá. Ñabeba alpargateros, zapateros remendons, ferreros, cesteros, guarnicioneros, esquiladós, modistas, bordadoras y un llargo etcétera más. Casi toz treballaban dentro del pueblo, unos a la vista de to’l mundo como los cesteros u los alpargateros y otros en dentro de las casas, como las modistas u los sastres. Pero ñabeba algunos que la suya faena la feban más lejos del pueblo, como los cheseros, los picapedreros, los alfareros y algunos otros.



Ha siu la faena d’Alfarero, la qu’a yo, y tamé a otros críos, mos daba una sensación de treballo difícil, duro y como de misterio. Si mon iban a chugá p’el Terrero u a las covetas de Pepón u de Galicha, veyebas aquellas tenderillas de tellas metidas a secá al sol preparanlas pa cocé. Tamé veyebas a los amos del Tellá que pisaban y pisaban lo mismo que si’stasen en una pisadera d’ugas; pero aquí lo que pisaban era bardo. Y lo que más mos llamaba l’atención era aquella tremenda fumerra, que lo mismo saliba negra como’l carbón que bllanca como la nieve. Sin embargo, lo más espectacular de to, nunca lo va ve; pero me l’han contau. Cuan se feba “la fornada”, a la noche, per alto de to, se veyeba ruciente como si fuese la boca del infierno.



Como toz estos recuerdo los tiengo un poco dispersos en la memoria, y a más ignoro tantas cosas d’este treballo, va recurrí a la Familia de Casa’l Churau pa que m’ayudasen a ordená ixos recuerdos y m’esplicasen un poco to’l proceso que yo desconoceba. Ellos van sé los últimos Alfareros d’Estadilla.



Voy a intentá fe un resumen de to lo que me van contá, que va sé mucho y lo van fe con to clase de detalles. Va sé una hora y media llarga la que va’stá escuchanlos hablá del Tellá y del proceso pa fe las tellas. Me va resultá apasionante.


Una estampa ben maja que va captá el Cafetero de Val, cuan los sembraus verdeaban.
He queriu metela perque allá al otro lau, ya tocán a la ladera de la montaña, estaba el Tellá del Paso Aguinaliu de Casa Mamago. Y ixas franchas que se veyen, son el Salagón. Esta zona era prou güena pa sacalo


Los suyos antepasaus en teniban uno en Estada y dos ramas d’ixa familia se van establecé en Estadilla y van montá dos tellás. Uno en el Paso Aguinaliu, al otro lau del barranco Mazas. Era la familia de Casa Mamago. El otro debaixo del Terrero, era la familia de Casa l’Alfarero.



Se van instalá en estos dos llugás perque teniban cerca la “materia prima”. Se llama Salagón y é un tipo de arcilla mezcllada con otros componentes que la fan adecuada pa fe tellas. Después de cociu, este material qu’é fácil de moldeá, resulta resistente a los cambios de temperatura y é impermeable.



En el Terrero se presenta en franchas (estratos) y pa sacalo ñabeba que desescombrá muy ben, dixanlo a la vista. S’iban sacán a trozos, que son duros como si fuesen piedras. Estos trozos en contacto con el aigua se desfán, pa ixo se meteban en un pilón u poza que la contenise y s’iban moven con tochos llargos pa que se mezcllasen ben el Salagón y el aigua, fense bardo. Pero lo más curioso era qu’antes de metelos en dentro del pilón con el aigua, teniban qu’está muy secos ixos trozos.



En el suelo, a’lau del pilón, se meteban espuertas viejas de las desechadas per la fábrica d’aceite u tamé sacos d’esparto, y s’iba sacán ent’allí el bardo. Entonces se pisaba y pisaba con los peus descalzos u ben con alpargatas viejas pa “maceralo”, añadinle si feba falta, Salagón seco y desmenuzau hasta alcanzá el punto justo pa moldeá las tellas. Este punto solo los muy entendius lo apreciaban. Mientras se pisaba, ñabeba que sacá los zaborros q’habesen quedau sin desfé u cualquier piedreta caliza que s’habese quedau mezcllada. A cada una que no se veyese.... tella rompida al cocela. Dilatan más y las feban esplotá.



Esta operación de macerá el bardo no alcanzaba con una sola vez pa llená to una fornada, entonces ñabeba que repetila varias veces. A cada una se le llamaba “Mudada”.



Se posaba una mesa al lau de don estaba el bardo macerau y con una plantilla (más estrecha en una punta y más ancha per la otra) iban fen el trozo pllano del bardo que sería la tella. Entonces, con un molde de madera, que se llama “Corba” se le daba la forma redondeada. S’iban dixán en el suelo en ringleras muy llargas pa que s’isen secán al sol. Éste era uno de los momentos en don s’apreciaba los conocimientos del oficio, al sabé cual era’l punto esacto de consistencia del bardo como he dicho avans, perque al dixala tierna en el suelo no se teniba qu’afundí  p’el medio. El tení que secase al sol antes de metelas en el forno, feba que solo se treballase en verano. Cuan estaba to esta tenderilla en el suelo y veniba una tronada, podez imaginatos las carreras que ñabeba que pegá pa protegelas. Más d’una vez no se van podé salvá todas. Si se feba alguna fornada en invierno, eran tellas secas almacenadas del verano.


Muchismos de los tellaus que se veyen desde la Peña del Castillo d'Estadilla, la suya "fábrica", va se alguno de los Tellás que se nombran en esta historia. A más, allá al fondo se vei el Terrero y debaixo aún está el Tellá de Casa l'Alfarero; pero fa tiempos que no treballa.


Hast’aquí la primera fase de preparación del material pa cocé. Ahora hablaré de la fornada.



Esplicanlo de forma rápida, el forno era un cubo que per alto estaba abierto al cielo y per debaix se feba el fuego. La leña se meteba per un forau abierto abaixo enta devan, no muy gran. Pa separá el fuego del material a cocé, ñabeba unos arcos con un suelo encima to d’adobas qu’estaban separadas entre sí, pa que podese pasá el fuego enta dentro del forno. Lo primero que se meteba encima de esta base eran piedras calizas, que recibiban el impacto directo de las fllamas. Las primeras en posá eran las más gordas pa i tapán los foraus d’entre las adobas, después s'iban metén de más chicotas igualanlo to hasta formá una pllataforma completamente pllana. Estas piedras después de cocidas é lo que se llama “cal viva”.



A continuación se colocaba una capa de ladrillos macizos (maons) pa cocese y ya’ncima, las tellas drechas una pegada a la otra hasta la paré d’enfrete. Después otra fila en distinta dirección y así se feba la primera capa de tellas, sin ningún tipo de simetría en las filas. Una vez completada la capa, ñabeba que “calzalas” con trozos viejos pa que no se movesen. Encima otra capa que no coincidise la dirección con las de debaixo. D’esta forma el fumo y la caló pasase milló, hasta salí per alto. Cuan ya’staba el forno lleno, per to la parte d’encima, se tapaba con trozos de tellas viejas y rompidas, cerranlo lo milló posible.


He podiu enterame que cuan se van fe las escuelas, van está treballán los dos Tellás que nombro en este escrito pa fe el tellau.
Foto feita p'el Cafetero.


En una fornada cabeban 4.500 tellas. To lo que conto se refiere al Tellá del Terrero.



Cuan ya’staba to preparau pa’mpezá la fornada, s’enceba el fuego pronto p’el maitino. La leña que s’usaba teniba que fe mucha fllama y per ixo, el principal combustible era el romero qu’a más é abundante per la sierra. El fuego se manteniba a to meté hasta’l final de la tarde (unas 12 u 14 horas seguidas). En ningún momento teniba que baixá la intensidá de las fllamas. Durante este tiempo ñabeba momentos muy peligrosos al meté p’el forau una brazada de leña, perque podeba revocá una fllamarada enta fuera y abrasá al qu’estase deván. Tamé era en esta fase de la cocción cuan saliba una fumerra tremenda. Unas veces era muy negra, cuan se meteba el faixo de los romeros y empezaban a quemá y otras era bllanca cuan las fllamas per abaixo eran más limpias y saliba solo el vapor d’aigua que llevaban las tellas. Después de estas 12 u 14 horas, la leña se meteba menos seguida, más espaciada.



A media tarde, antes de baixá la intensidá del fuego, se teniba que “sellá” la parte d’alto del forno. Este sellau se feba con “cocas de bardo”. Se cogeban to pllanas con una mano y s’escllafaban entre los cascotes que cerraban el forno. Como estos empllastes de bardo s’iban cocén, s’encogeban y ñabeba qu’i-ne metén más. Esta operación se feba pa que la caló se mantenise milló en dentro y s’unificase la temperatura per toz los rincons del forno.



Era tan tremenda la presión que se generaba en dentro, que ñabeba que posá estampidós p’aguantá la paré de deván, y ixo qu’era paré doble.



 Al llegá la noche se teniba que seguí fen fuego y era entonces, al desaparecé la luz del día, cuan el Tellá alcanzaba su belleza máxima. Se veyeba to ruciente y el resplandó daba a la noche una estampa mágica. (Perdonaz este momento de debilidá mío, al convertí una fase d’este treballo tan duro de los Alfareros, en una bella imagen).



El tiempo que se necesitaba fen fuego p’acabá la fornada era de día y medio (unas 36 horas), y sabeban cuan estaban cocidas las tellas per la ceniza que quedaba encima del forno. Solo los muy esperimentaus llegaban a distinguí la “calidá” d’esta ceniza pa meté punto final a la fornada. L’habeban aprendiu a base de muchos años en el oficio. Entonces se dixaba de meté leña, se tapaba el forau per don s’estaba fenlo, dixanle una gatera pa que respirase el forno y s’esperaba otro día y medio pa que s’ise enfrián y podé i sacán las tellas. Esto d’enfriase é una forma d’hablá, perque aún esperán ixe tiempo, seguiban salín quemán, sobre to las capas d’alto.


Güeno, ya pa acabá voy a meté esta foto que simboliza un poco el fin que les espera a las tellas de artesanía, aunque ben é verdá, que dentro de mil años se seguirán trobán tellas en cualquier rincón del mundo. Aunque los edificios que  protegeban s'haigan caiu, ellas son más resistentes que los tiempos.
Foto feita per Xavier Bayle


Güeno, aquí voy a meté punto final al escrito y quiero recordá, que lo que conto é solo un resumen muy reduciu de la tremenda faenada qu’era sé Alfarero. No he hablau del abastecimiento de las cargas y cargas de romero que se necesitaban, ni del aigua que ñabeba qu’acarreá desde el pueblo con el carro y un tonel encima, ni de los problemas que teniban con la tremenda caló qu’a veces se “derretiban hasta las piedras”.... ¡Pero literalmente!. Y mil cosas más que farían “la historia interminable”.



Ojalá si alguno tenibaz la curiosidá como yo, de conocé un poco milló el mundo tan apasionante d’estos Artesanos, tos pueda serví el mío escrito. Tamé quiero agradecé a los últimos Alfareros d’Estadilla, el tiempo que me van dedicá esplicanlo to con tanto detalle.





                                                                                              Francho Chardiz