Coroneta

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Una coroneta cortada per la mitá
COMO VEYÉ LOS ESCRITOS
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sábado, 4 de junio de 2011

Dos cazados muy especials

Dos cazadós muy especials

Esta e la Calle Mayó qu'hablo en esta historia, muchismos años después.
É una foto que va fe Xavier Bayle con el suelo muixau de llové.
Hoy ya casi no'n quedan pas de tiendas como avans. (Una u dos como mucho).
En esta puerta primera de madera a la izquierda, estaba la tienda Miguelé (Pastelería y "Ultramarinos"); a la drecha, casi'nfrente, la tienda Serafín (Sastreria-Mercería-Papeleria Loriente). En ixa'squina de la izquierda, qu'ultimamente estaba la tienda de las Llanas, entonces estaba la carnicería Rasé. Más abaixo, en don está ixa lluminaria, a la izquierda, la tienda de telas del Siño Enrique, "El Barato".
Y así hasta el Portal...., más y más tiendas.

Todas las noches antes de i a cená, los mozos del pueblo se reuniban pa fe la charradeta en los porches de la Pllaza, a’lau de la coluna que fa’squina entre’l Ayuntamiento y la Calle Mayó. Allí feban corro, unos sentaus en las escaleretas y otros de peu, enfrente del escaparate de la tienda Menal.
Sitio en que se reuniban los mozos en la pllaza pa fe la charradeta.
Estos son los porches de la Pllaza. En el segundo arco contán per abaixo, en don están las dos escaleretas, (que no é arco; pero como si lo fuese), era en don se sentaban algunos mozos. Los otros s'estaban de peu.
Hoy las escaleretas son de cemento u baldosas u lo que seiga, entonces eran de llosas.

Se repasaban los acontecimientos del día y se opinaba pa cuan se teniban qu’esquilá las güellas, u cuan empezá a segá el ordio, u si estaban en condicions las ugas pa'mpezá a vendimiá. Güeno, aquí s’opinaba “sacán pecho”; pero los que decidiban de verdá cuan se teniban que fe las cosas, eran los agüelos de cada casa.

Pero…., ellos eran los “jueces absolutos” en una cosa: Cuan se hablaba de las mozas del llugá, y este trocé de tertulia no podeba faltá ninguna noche. Pensaz que casi todas las tiendas del pueblo estaban en la Calle Mayó. La hora pa salí a comprá, era precisamente ixa de pllantase los mozos en la Pllaza y que las encargadas de i-ye a fe ixa faena eran las mozas, güeno, u se las apañaban ellas pa se las encargadas de felo. La mayoría buscaban los callizos que daban a la Calle Mayó, pa no pasá per los porches, aunque tenisen que da una güelta más llarga. Pero siempre ñabeba alguna más flamenca (ixo sí, fense acompañá per un’amiga), que pasaba per debán de los mozos como desafían, u milló dicho, pa sentí los “requiebros” que les tiraban.

Una d’estas noches s’estaba hablán de caceras. En castellano, los sitios que se fan tertulias, se llaman “Mentideros”. Per algo debe se. Pos como digo, allí estaban cuatro u cinco  cazadós hablán de furons, de cochos, de conejos, de perdices y d’escopetas; habé qui la “cllavaba más gorda”. Entre los que feban corro escuchán, estaban Ceferino “Poca Solta” y Juanón “El Plluma”, dos amigos muy amigos, que siempre iban chuntos a toz los laus.

Entre matollos, romeros, tremoncillos, eschelagas y cenollos; se pensaban que les saldría "pelo u plluma".
A Ceferino, lo de “Poca Solta” l’en van meté perque siempre en soltaba alguna a “tres cuartos pa las once”. Y a Juanón, lo d’“El Plluma” le veniba de más enta tras, de cuan era crío. Se vei que cuan saliba a cazá gurrions con la fona, seguntes “estadísticas prou fiables”, de cada 50 piedradas que pegaba, por lo menos en una “llevantaba plluma”; aunqu’el mixón siempre saliba volán. Güeno, es que “llevantá plluma”, demostraba qu’el tiro iba ben dirigiu.

Cuan el corro de mozos se va desfé aquella noche, y cada cual s’en iba pa casa; estos dos amigos se van quedá rumián si no sería mala cosa probá a fese cazadós. Ceferino va di qu’en casa d’él, ñabeba en un amagatón en la falsa, entre los cañizos y las tellas, un embolicón con una'scopeta d’un caño con cartuchos de cualquiera sabe cuan. (Lo menos era de los tiempos de la guerra del francés. ¡Casi nada!).

—Pos en casa tamé ñai una escopeta de dos caños de los tiempos de mi agüelo, d’aquellas que llevaban dos martillos pa dispará—Va di Juanón.
—Oye, pos to arreglau, las limpián ben y cualquier día salín al monte a probá.

Cuan lo teniban to preparau, menos el cocho, que no’n teniban pas ninguno de los dos; a punto día, y con el almuerzo y la bota en el macuto, van encará el camino de la Carrodilla enta van.

            —¿No sería milló i per monte a través pa ve si fan llevantá plluma u pelo?.
            —¡Ah, güeno, güeno!, díxalo, díxalo, que p’el camino é más cómodo.

Van i subín, charra que te charra, sin veyé nada y las escopetas al hombro como s’isen de paseo. ¿Cómo iban a veyé nada?, si con la charrameca que llevaban, la caza los olisquiaba de lejos.

Al llegá a la sierra Mesalleta, d’un matizo sale corrén un conejo.

            —¡Mira, mira, Juanón, un conejo!.
            —¿En don, en don?.
            —Pos astí en ixa faixa. Ya s’h’amagau. ¿Qué no las visto?.
            —¡¡Pero que puñetas si le visto u no!! ¿Cómo no las disparau tu?—Dice Juanón.
            —Pos…,pos…. No sé. Pensaba que si tirabas tú, tendrías milló puntería.
            —¡Esto no lo contes en la Pllaza ni en broma!. Que se mon reirán.

Asi'stá hoy la Fuente Rosalía, ¡seca!. No mana. Solo lo fa alguna vez cuan llueve mucho y muchos días seguius, pa torna a secase pa'l verano.
¡Que poco se paece a'quellos tiempos que no se secaba may!

Aquí mismo van torcé per la crencha d’encima de la sierra Hilario pa i a salí a la fuente Rosalía. Ya de lejos se sentiba el chorro del aigua manán. ¡¡Que musiqueta más maja feba!!. Se sentan y sacan del macuto los almuerzos. Entre mueso y tiento a la bota, se llamentan de lo fácil que habese siu “incorporá” un conejo al “historial”, aun vacío, de cazadós.

Desde la fuente Rosalía, deciden baixá p’el barranco Santacún, en don a veces se vei algún trucazo, y subí después pel pasé el Ronco a salí a Montes y Valles y per la sendeta, i a pará al Terrero y por fin a Estadilla.

Un chinebro cargau de boletas. Per la Sierra abundan.
“Dicho y hecho”. Arrancan car'a Santacún, pensán que la misión d'aquel día é meté algo en el macuto…, a más de la bota vino. Los ganaus de güellas y crabas subiban mucho per las sierras, per ixo el barranco estaba prou limpio pa pasá, sin demasiaus esturbos.

Garrabera. Tamé abundan per la Sierra, pero en sitios con algo más de humedá.
Cuan llevaban medio barranco recorriu, al chirá una regüelta deciden sentase pa descansá y a la vez, dale un tiento a la bota. Como casí to’l camino, que ya feba algunas horas que duraba, seguiban charra que te charra.

—Astí entre medio de las ramas d'ixe llatonero, lo que se vei, ¿no é la cabeceta de una tórtola o un trucazo?.

El uno que si sí, el otro que si no, que lo paece, que no lo paece. Brrrrrrr….arranca a volá una tórtola.

—¡Pero que dimonios están fen!. Vaya par de cazadós de las narices son. Primero habesen teniu que dispará y después discutí.
—Me paece que esta cacera se mos tendrá que quedá quieta en la mollera sin podela contá.
—Oye—Dice Juanón—Las tórtolas muchas veces van en pareja. ¿No s’habrá quedau la otra en el llatonero?.

Brrrrrrr…..arranca a volá la segunda tórtola, y las escopetas mudas.

Tórtola

¡Vaya cara de pasmaus se les va meté a los dos!. Si los punchan no sacan gota sangre. To mochos, se llevantan y siguen caminán. Cuan llegan al salto’l Llobo, suben per un lau la senda, pa torna a baixa p’el otro. (Pa seguí p’el barranco abaixo, ñai que fe este ceribeque). Al llegá enfrente del pasé el Ronco, empezan a subi-ye. (Que maravilla, que ben conservau está el empedrau feito a mano de cualquiera sabe que tiempos en la parte alta del paso).

Ya un poco más animaus al v'el monte abierto y pensánSeguro que per aquí tie que salí alguna banda perdices.

Perdiz
Y así va sé, tal como imaginaban va pasá. No llevaban mucho rato caminán que arranca a volá una bandadeta prou apañadeta.

Las escopetas to’l tiempo las habeban llevau al hombro y solo las sacaban cuan se sentaban. ¿Pa qué?. Era más cómodo llevalas así. Pos ixo, coge Ceferino to aprisa y corrén, la saca, y con tan mala suerte, que se l’enreda la correa en un matizo, se l’envolica per las piernas y se pega un talegazo que per poco se rompe la crisma. Juanón, que no sabe a quí acudí, si a Ceferino u a las perdices. Total, que volán car’abaixo como lo feban, pronto no va tení qu’escogé a don acudí.

Después de tantos percances ya van cogé el camino sin ánimos de nada y van enfilá cara a casa.
Desde el Terrero van ve Estadilla como refugio y fin d'un día que los habeba dixau baldaus.

—Esta noche en la Pllaza, si alguno pregunta, en de di que ni mos en visto. Que tu has iu al LLastro y que yo viengo d'Estada. Menudos son los mozos pa dixá pasá una ocasión de pitorreo como sería ésta.

Las escopetas sin pega un tiro, cansaus como burros y encima, uno per poco s’estricalla. Van cogé las escopetas y las van torná don estaban, al amagatón de casa del uno y al arcón de casa del otro, y las ganas de fese cazadós van desaparecé pa siempre jamás.




                                                                                              Francho Chardiz

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