Coroneta

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Una coroneta cortada per la mitá
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miércoles, 2 de febrero de 2011

Chulapo: Un cocho conejero



Chulapo y alguno de los protagonistas d'esta historia

Ñabeba en Estadilla un cocho, que teniba fama entre los cazadós de se muy güeno pa los conejos. Ya se sabe que tenine uno así al lau cuan se sale a cazá, é llevá una herramienta casi tan importante como la escopeta.

Se llamaba Chulapo. Era de Lorenzo de Casa Felipa, un cazadó de lo “mejorcito” del pueblo. Feban güena combinación los dos chuntos.

Esta historia que tos voy a contá, el protagonista principal é este cocho. Al final, per suerte, to va acabá ben. Voy a comenzá.

Van llegá de Barcelona unos parientes de la Siña Águeda. Eran sobrinos d’ella. Quereban i a Buñero y a la Carrodilla; pero no conoceban guaire ben el terreno. La Siña Águeda era medio familia  del Siño Francho de Casa Ardós y a más ñabeba prou amistá.

El Siño Francho teniba una hija y tres hijos:

            Rosa, la hija, era la más gran. Estaba casada fuera de casa.
            Paco, el que le seguiba, llevaba el empuje de la casa y estaba soltero.
            Después veniba Rafel qu'era el tercero (de homes, el segundo). Era muy cazadó y amigo de Lorenzo, el amo de Chulapo.
            Per último estaba Joseré, que era el más chicó. Tendría unos 12 años.



Los porches de la Carrodilla
La Siña Águeda  va recurrí a su familia de Casa Ardós, a ve si alguno podeba acompañá a sus parientes.

            —Joseré, ves mañana con ixa chen qu’ha veniu de Barcelona. Acompáñalos a Buñero y llévate la llave de la Iglesia de la Carrodilla y les n’enseñas tamé—Le dice su pare, el Siño Francho.

Pronto p’el maitino arrancan car’arriba. Joseré se va llevá a Dic. Era’l cocho de su’rmano Rafel. Tamé era muy güeno pa cazá. Cuan llegaban per las eras altas, a punto de salí del pueblo, se les v'agregá Chulapo. Se vei que los dos cochos se afalagaban prou al habé iu muchas veces a cazá chuntos.


La carrodilla
Van llegá a Buñero. Se van sentá un raté pa descansá y después cara a la Carrodilla.

Era un día de mucha caló. Cuan van entrá en la Iglesia, van agradecé aquella frescura que ñabeba en dentro. Per allí se van está los de Barcelona y Joseré furonián antes de marchá car’abaixo.

A Chulapo no lo van torná a ve en to’l camino de baixada; pero Joseré no le va dá más importancia, y los forasteros…., que se sabeban ellos.

Se vei que como feba mucha caló, el cocho se chitaría dentro de la Iglesia debaixo bel banco allí a la fresca, esperán pa marchá. Total, que cuan van cerrá la puerta, se va quedá en dentro.

Per la noche, Rafel, el hermano cazadó de Joseré le dice:

            —¿Ha subiu Chulapo con vusatros a Buñero?.
            —Si, to’l rato ha iu con nusatros; pero en ha ñabiu un momento que ya no l’en tornau a ve más.
            —Me dice Lorenzo que esta noche no h’apareciu per casa y que tampoco l’han visto en to’l día. ¿No to lo habrez dixau pas en dentro de la Iglesia?.
            —Pos, no se….¡A lo milló s’han encadau!—Contesta Joseré, a ve si se libraba de tornaye all’alto.
            —Mira, mañana que t’acompañe Danielón, y vaz a ve si s'ha quedau encerrau—(Danielón era el milló amigo de Joseré y de la misma edá).

Cruceta vieja de la Carrodilla
P’el maitino otra vez car’arriba. Llegan a la pllaceta de la Carrodilla y se sentan en los banquilez de la cruceta.(Estaba enta’l otro lau de don está hoy y era muy antigua).

En aquellos tiempos, la Carrodilla, estaba muy abandonada. Se habeban caiu algunos edificios, otros estaban en muy malas condicións. Solo la Iglesia y la Casa los Amos se conservaban regular, aunque con goteras per toz los laus. No subiba pas casi ninguno en to’l año, sino era pa fechas muy señaladas.

Per ixo, los dos zagals, veyén aquella soledá y to medio espaldau, les daba no se qué acercase y van empezá a gritá desde la cruceta:

            —¡¡Chulapo!!—Nada—¡¡Chulapo!!—El cocho en dentro la Iglesia, estaría moven la coda y pensán—(Ahora vienen a soltame)—Pero claro, no ladraba pas, que era lo que los zagals se pensaban que faría.

            —Güeno, tendrén qu'entrá—Dice Joseré.

S’acercan mirán enta toz los laus. Las piernas y los dientes de Danielón se moveban con una tremoló, que no era de frío precisamente. A Joseré, poco más u menos.


Detras de ixa puerta, que é la de la Iglesia, se va quedá chulapo encerrau
Cuan meten en la cerralla aquella llave (qu’era casi tan gran como el batallo la campana), to resona per dentro la Iglesia y Danielón arranca a corré enta fuera. Claro, Joseré detrás.

            —¿Per qué tas metiu a corré?.
            —Sabes…., no sé, m'ha paeciu qu'arrastraban cadenas per dentro la Iglesia. ¿No'n ñabrá pas algun’ánima en pena del Purgatorio?—Solo les va faltá mentá a las ánimas. ¡Con el miedo que ya llevaban!.
            —Oye, mira, ¿Sabes qué?. Les dirén qu'allí no'staba, y tié que se verdá perque no s'ha sentiu pas…..Habese gritau ¿no?—Va di Danielón.
            —Güeno…vale, au que mon irén. ¡Oye! ¿Y la llave?. S’ha quedau en la puerta. Ñai que recogela, sino ya mos podén prepará—Contesta Joseré.

S’acercan los dos chuntos (no se si pa dase “valor u miedo”), sacan la llave y arrancan a corré cara ent’abixo per monte a través, in per Mentirosa.
Un pastó (el Siño Capella) con el ganau aquí devan y la Carrodilla allá detrás

Al pasá per la sierra de Casa Romeré estaba Cándido, el amo, mantornán los barbechos pa i preparán la sementera. Cuan iba Candido en el surco de culo, los dos zagals se meten en la caseta y encontran l’alforcha colgada d'una estaca. Miran lo que ñabeba y encontran una chulla magro. La parten y se comen la metá cada uno. ¡O chiquez, después de to lo qu’han pasau, la fame va ganán terreno!.

Se vei que per la noche, cuan Cándido va llegá a casa, le dice a la mullé.

            —Hoy no m’has metiu pizca en la ciambrera.
            —Ya lo creigo, una güena chulla magro te metiu.
            —Pos allí no ñabeba nada…..

Así se van quedá sin sabé qu'habeba podiu pasá.

Los dos zagals llegan por fin a casa y Rafel les pregunta:

            —¿Lez trobau?.
            —No, allí no’staba pas.
            —Güeno, pos será ixo, s’habrá encadau encorrén a bel conejo—Dice Rafel—Ya l’en diré a Lorenzo que no lez trobau.


Pllaceta que queda en dentro de los edificios
Al cabo d’una semana u per astí, el Siño Tomás el crabero, estaba paixentán per los alrededós de la Carrodilla y va sentí unos ladridos prou apagaus. S’acerca a la puerta la Iglesia y se da cuenta que Chulapo estaba en dentro. (Ya habeba sentiu contá que s’habeba perdiu). Aquella noche, después de cerrá, se llega a Casa Felipa pa avisá a Lorenzo:

            —Mira que teniz a Chulapo dentro la Iglesia de la Carrodilla.
            —¡¡Me cagüen los críos…!!

Aquella misma noche van cogé , Lorenzo, Rafel y dos amigos más, tamé cazados, y con las escopetas al hombro, cara a la Carrodilla. Cuan llegan a la puerta dicen:

            —Ojo que podría está rabián…., tantos días sin bebé.

Con mucho tiento, abren un poqué la puerta habé si daba señal d’algo raro. Con una linterna que llevaban, van ve qu’el cocho moveba la coda sin señal de nada más. Estaba fllaco com'una estraleta.

Y'habeban preparau una caldereta con aigua y pan remuixau pa que bebese y comese algo sin escanase. Según van podé ve después, el pobre animal habeba sobreviviu bebén en la pila del aigua bendita (no sé pas como se las apañaría pa llegaye; pero la necesidá fa milagros), y tamé mordisquián las velas de sebo que ñabeba en aquellos tiempos. (“Por cierto”, que feban mucha peste y fumerra cuan ardeban).

Al día siguiente, ¡menudo sainete en Casa Ardós!.

            —¡¡Pero si vaz tení miedo, haberlo dicho. No habese pasau nada; pero di que no'staba….!!

Los zagals, ya van pensá más de cuatro veces contá la verdá; pero al final no s’atreveban.

El cocho en unos pocos días se va recuperá prou ben y va podé torná a salí de cacera.


La Virgen de la Carrodilla hoy
Esta historia que tos he contau é verdá como la vida misma, en lo que me paece que m’entivocau son los nombres de las personas y las casas. A veces la memoria me va fallán. Ya me perdonarez. De todas formas lo que importa é la historia y ixa va sé así de pe a pa.
                                                                                                        Francho Chardiz

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