Coroneta

Coroneta
Una coroneta cortada per la mitá
COMO VEYÉ LOS ESCRITOS
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domingo, 6 de marzo de 2011




Los palitroques



Chuego de palitroques que guarda Antonio de Casa Enseñá
Desde fa tiempos que me roda l’albarda pensán en escribí sobre un entretenimiento pa mozos y pa grans que se feba per temporadas y al aire libre. Esto de las temporadas lo decidiba más el tiempo, que otra cosa: frío, caló, llové …., perque ganas siempre ñabeba.
Eran los palitroques. Un chuego de habilidá y puntería. Entre los que chugaban y miraban se arremolinaba güena colla chen. De crío m’acordo velos en la era La Col; pero m’han dicho que tamé se chugaba en la era Heredia y en el mismo Portal del Sol, contra la paré del güerto’l Barón. Seguro qu’en tiempos tamé se faría en otros llugás. El día de la semana pa chugá era el domingo per la tarde, después de comé.
Pa explicalo to, voy a ve sí lo sé fe despacié, cllaro y no m’entrabuco desmasiau.

Los trastes
           
Seis palitroques.- Teniban que sé de madera ben dura pa que aguantasen los estacazos. D’un par de palmos de llargos o un poqué menos. De 6 u 7 centímetros de diámetro. El culo pllano y la cabeza acostumbraba a sé redonda; pero podeba sé de otras formas según el gusto del carpintero que los feba.

Tres tochos u tiradós.-  Cilíndricos y tamé de madera ben dura. De unos 13 a 15 centímetros de llargo. Que sobresalise per los dos laus de la mano al cogelo. De 5 u 6 centímetros de gordo. Siempre s’en teniba un cuarto per si s’estarnaba alguno.

Preparan la partida

Los seis palitroques pllantaus y los tochos marcán la separación
Pllantá los palitroques.- Se meteban en dos linias. Con tres palitroques deván y otros tres per detrás, ben enfrente unos d’otros. La separación era el llargo del tocho, tanto entre las dos linias como entre las tres filas. Se marcaba ben la apoyadura en el suelo y así ya no ñabeba que torná a medí cada vez que se pllantaban. Se chugaba en un suelo de tierra y que ñabese una paré per detrás, a unos tres metros poco más u menos. Se feba pa que los tochos al rebotá no isen a pará muy lejos. Usea sé, que no era imprescindible que ñabese la paré per detrás.

Pllantadó.- Acostumbraba a sé un chovenastro, qu'a más era el amo u el responsable de los palitroques. Se teniban que pllantá después de cada tirada. (Una tirada eran los tres tochos como másimo). Cobraba per fe esta faena y per dixalos pa chugá.

Distancia pa tirá los tochos.- Se marcaba una linia en el suelo desde don tiralos. No he podiu pas sabé a que distancia se feba. En Azanuy, qu’aun se chuga a algo paeciu al nuestro (las reglas son prou distintas), lo fan a 14 pasos. En Estadilla, como los palitroques y los tochos son un poqué más chicoz, yo calculo que serían entre 10 y 12 pasos.

Los chugadós.- Ñaben-ne dos ya se podeba fe una partida; pero lo milló era que fuesen cinco u seis. Si ñabeba más (que podeba sé) y eran güenos chugadós, duraba desmasiau, perque no se eliminaban aprisa.

Los dinés.- Pa fe la partida se apostaba dinés. Cada chugadó meteba en una lateta la misma cantidá y al final se los llevaba el que la ganaba. De estos dinés se pagaba al pllantadó antes d’empezá cada partida. Cobraba una “comisión” per pllantá y dixá los palitroques y que variaba ent’alto u enta baixo seguntes los que chugasen. Normal, si tenín en cuenta qu’a más chugadós, más dinés en la lateta y más veces tení que pllantá.

La partida

"Cara" (Como dicen en Azanuy). Tamé se podeba di "fe güena"
Objetivo.- Bulquiá cinco palitroques y dixane uno drecho (cualquiera de los seis). Si se feba con el primer tocho se llamaba “seca”, si no se seguiban tirán los otros dos. Si lo conseguiban, pasaban a la tirada siguiente; pero si bulquiaban los seis u en quedaba más de uno de peu, estaban eliminaus. (En Azanuy, conseguí dixane uno de peu se le llama fe “cara”y no conseguilo, fe “culo”. Ellos chugan con dos tirados u tochos).


Esto é fe "Culo". U tamé se diba "fe mala"

Formas de lanzá el tocho.- Después de cada tirada que fan “cara” (dixazme que lo llame así, pa entendemos milló), el chuego se va complicán, y se cambia la forma de tirá, fenlo cada vez más difícil. Éstas son las cuatro maneras distintas de felo.


A vent
1º). A vent.
El brazo a to lo llargo del cuerpo movenlo aván y atrás, hasta soltá el tocho fen puntería.
A garrot
2º). A garrot.
Pa tirá, la mano p’encima de la cabeza. (Como si fuese una “jabalina”).

Baixo garra

3º). Baixo garra.
Como ya s’entiede p’el nombre, justo al llevantá una pierna, tiralo per debaixo.

De reculas

4º). De reculas.
De espaldas a los palitroques, tirá el tocho per entre las piernas metense a’scarramaixons.

D’esta última modalidá, alguno de los viejos del llugá, no s’en recordaban pas perque nunca se llegaba tan aván, siempre se feba “culo” antes.
Güeno, una vez que tos h'esplicau las formas, ahora toca explicá como se feban las tiradas.

“Secuencia” de las tiradas.- Ya queda cllaro que cada tirada son másimo tres tochos;
pero se pue lográ fe “cara”, solo con uno u con dos.
           
1ª Tirada). Tres tochos “A vent”
Fen “cara”, pasán a la siguiente.
2ª Tirada). Dos tochos “A vent”, uno “A garrot”
Fen “cara”, a la siguiente.
3ª). Un tocho “A vent”, dos “A garrot”.
4ª). Los tres “A garrot”.
5ª). Dos tochos “A garrot”, uno “Baixo garra”.
6ª). Uno “Agarrot”, dos “Baixo garra”.
7ª). Los tres “Baixo garra”.

            Lo mismo sería con la 8ª, 9ª y 10ª, incorporán el de “Reculas”; pero nunca se llegaba tan aván.

El premio.- Seguín este orden de tiradas, el que llegaba más lejos era el que se llevaba los dinés de la lateta. P’el camino s’iban quedán los que feban “culo”.



Apuntes y comentarios

            Seguntes m’han contau, el primer chugadó seguiba fen las tiradas, en ixe orden que tos h'esplicau, hasta que fallaba (feba “culo”). Entonces empezaba el segundo chugadó, y así hasta que acababan toz. Después se recontaba el que habeba llegau más lejos y ixe ganaba.
Pero ñai otra posibilidá: Que toz los chugadós feigan la primera tirada, uno detrás de otro. Los que fan “cara” pasan a la segunda y los que fan “culo”, eliminaus. Y así i seguín con las tiradas, hasta qu’en quedase uno solo que sería el ganadó. (Ojo, que esta segunda posibilidá la he añadiu yo sin que tienga conocimiento si se feba u no). Paece que d’esta forma, los últimos no se tendrían que está tanto rato de brazos cruzaus esperán que les tocase.
            Entre los que miraban, tamé se feban apuestas. Chugaban a pares u nones. Avans de lanzá el primer tocho d’una tirada cualquiera, uno de los que miraba diba:

            —Un real (u lo que fuese) a nones (u a pares).
            —Caso—Contestaba uno que querese aceptá el reto.

            Claro, ganaba el real el que acertaba los palitroques bulquiaus, pares u nones del primer tocho solo. Se procuraba que el chugadó que tiraba no sabese qu'apuestas ñabeba p’el medio de los que miraban, pa evitá que podese ñabé chanchullo entre dos; perque el que tiraba podeba fe de más u de menos en el número bulquiau.
Ñabeba alguna vez, que si las partidas habeban iu muy igualadas en el número ganau per cada chugadó, toz s’en iban perden perras. Claro, los dinés que les faltaban, estaban en la pocha del pllantadó.

Los Palistroc de Azanuy
que en algún lau los he mentau
M’han contau, que de los últimos tiempos que se chugaba, ñabeba dos mozos que destacaban. Eran Manolé Calistro y Lanzón el carpintero. Se vei que estos dos misaches eran güenísimos.
Una habilidá de los chugadós más güenos era que cuan quedaban dos palitroques de peu, uno debán del otro, tiraban el tocho justo a la base del primero pa que caese enta van, y así fe “cara”. Esto solo lo podeban fe los muy habils; perque casi to’l mundo preferiba tirá p’encima del de deván, pa intentá tocá la cabeza del de detrás.

Güeno, al principio de to he dicho que iba a intentá felo, despacié, cllaro y habé si no m’entrabucaba desmasiau. Lo de despacié, ya puedo aseguratos que lo he feito; pero las otras dos cosas…., no sé, no sé. Ya me perdonarez si lo veyez un poco “paliza”; pero quereba dixá escrito algo muy nuestro, que ya solo conservan en la memoria los más viejos del llugá.

Solo un apunte más sin allargame. Ñabeba otra modalidá qu’era chugá al 31. Consistiba en i sumán los palitroques bulquiaus en cada tirada hasta sumá justo ixa cantidá sin pasase. Se seguiban las reglas paecidas; pero sin eliminase. Si se bulquiaban los 6 palitroques, no s’en sumaban pas ninguno.

                                                                                  Francho Chardiz


A siu gracias a mi tío Oscar de Casa Llinzols (Oscar Naval Amat) y a Gilberto Montijo (Gilberto Badía), que he podiu recogé los recuerdos, prou frescos, que ellos tienen de los palitroques y que fará bellos 60 años u per astí, se va dixá de practicá. Amás mi tío Oscar, cuan era chovenastro, teniba un chuego y va sé pllantadó en la era Heredia.

Tamé ha siu gracias a Antonio de Casa Enseñá (Antonio Macarulla), que he podiu tocá y disfrutá de tení entre las manos el último chuego que se va fe serví en la era La Col y  el pllantadó era su’rmano Manolé (Creigo que va sé el último chuego en fese serví. Si no va sé así, perdonaz el “desliz”). De to ixo fará ..., pos lo qu’he dicho avans, bellos 60 años, y que Antonio los ha conservau to este tiempo con mucho cariño. Tamé, gracias a tenilos él, he podiu fe las fotos que acompañan este escrito.

Las medidas que tienen los palitroques que guarda Antonio son:

Llargo:                       35 cm
Diámetro de la base:  6 cm
Llargo del tocho:        12.5 cm
Diámetro del tocho:   5 cm

Los extremos d’estos tochos son redondeaus; pero en habeba visto que solo teniban los cantos mataus. Tamé quiero di que como no ñabeba unas normas pa las medidas, en el escrito qu’he feito, he dixau más margens pa no sé tan “categórico”.




                                                                                  F. Ch


Fragmento de "Tradiciones peruanas"
Una partida de palitroques
De Ricardo Palma

Gran jugador de bolos fue Alonso de Palomares, soldado que vino al Perú en la expedición de don Pedro Alvarado, el del célebre salto en Méjico.
Es sabido que don Francisco Pizarro tuvo pasión por este juego, y que junto con la fundación de Lima estableció en la vecindad del Martinete un boliche o cancha de bochas, adonde iba todas las tardes a pasar dos horitas de solaz. Fuese adulación o que en realidad no hubiera quien lo aventajase, lo cierto es que su gloria como bochador no tenía eclipse.
Cuando llegaba el marqués, toda partida se suspendía para que él y sus amigos entrasen en posesión del boliche.
Habláronle una tarde de la destreza de Alonso de Palomares, y Pizarro quiso conocerlo y jugar con él.
-Dícenme, señor soldado- le dijo,- que vuesa merced es mucho hombre como jugador de palitroques, y si le place probaremos fuerzas en una partida.
-Hónrame su señoría con la propuesta -contestó Palomares.- ¿Y a cómo ha de ser el mingo que interesemos?
-Fíjelo vuesa merced.
-Aunque pobre soldado -continuó el otro,- no me faltan trescientos ducados de oro en la escarcela; y si a vueseñoría conviene, interesaremos cinco ducados por partida, que quien honra recibe en ser adversario del señor gobernador, no puede hacer juego roñoso.
-Sea -repuso lacónicamente el marqués, y comenzó la partida.
Jugaron aquella tarde mientras hubo luz. Partidas perdió el gobernador y partidas perdió el soldado; si bien éste, según el sentir de los inteligentes, hizo mañosamente algunas pifias, como para inspirar confianza a su contrario. Y sin embargo, Palomares le ganó quince ducados al marqués.
Y siguieron durante un mes jugando todas las tardes, hasta que se convenció Pizarro de que en Palomares había encontrado maestro de quien recibir lecciones. Érale deudor de cien ducados de oro.
El marqués, siempre que perdía, se desahogaba denostando a su vencedor, el cual sonreía con mucha flema y continuaba dando bochadas que no dejaban palitroque en pie. ¡Jugadorazo el Palomares!
Entretanto pasó una semana después de roto el compromiso de juego, sin que don Francisco se acordase de pagar los cien ducados, hasta que un día tuvo el soldado la llaneza de recordárselo.
-No le pago al muy fullero- contestó con cólera Pizarro.
-Corriente, señor marqués, no pague usía si no quiere, que habré perdido mi dinero y ganado sus injurias.
Dice Garcilaso que la respuesta le cayó en gracia al gobernador; porque volviéndose al tesorero Riquelme, le dijo riendo:
-Págale a este mozo lo que reclama, y en buena hora sea, que de mi mano no volverá a ver moneda en el boliche.
Y es fama que tanto se sintió humillado en su amor propio de jugador por haber encontrado maestro, que desde entonces nadie volvió a ver a don Francisco Pizarro bocha en mano

sábado, 5 de febrero de 2011

La campana de la Carrodilla




En ixa ventaneta d'alto de to estaba avans la campana.
Aún están marcaus los "anclajes" en las dos parés de los laus.
 



En esta foto de toz los edificios per la parte d'atrás
se pue ve la ventana don estaba la campana
y la espadaña que s'ha feito nueva
encima de la iglesia
Cuan los reganos del canal van empezá a da cosechas más seguras y se podeban cultivá cosas qu'aváns casi no se podeban fe, como remolachas y carbazas, güenos trampos de patatas, panizo y alfalz con muchos cortes per temporada; güeno, to lo propio del regano. (Ñabeba alfalz de secano, pero solo saliba un corte al año, u dos si acompañaba el tiempo). Solo en los Sotos y Riveras se podeban fe estas cosas; pero eran tierras con mucho cascallo y a más se feba mucha yermitú. En los güertos de La Fuente, lo que saliba, era de poca monta. Pos güeno, a lo que iba, esto va representá casi, casi, la ruina de las sierras. Se van dixá de treballá las artiguetas, los faixetóns chicoz, y los sitios q’era más difícil llegá-ye. Se seguiba metén cereal en las faixas más a mano y se seguiban coguén las olivas y las almendras. Pero tamé é verdá que las espuendas se iban llenán de barceros y a las casetas de monte se les iban caén los tellaus.


Debaixo del güeco de la ventana de la campana,
ñai ixa otra ventana bllanca redonda, qu'é d'un material
que dixa pasa la luz y ilumina el coro de dentro la iglesia.
la Carrodilla le va pasá tres cuartos de lo mismo. Ya no ñabeba ermitaño. Los edificios, unos se van caé y otros van quedá en muy malas condicións. Solo la Iglesia y la Casa los Amos, se manteniban más u menos ben, aunque con prous goteras.

Ñabeba una campana, que pa sé d'una'rmita, era muy gran. Estaba colgada en una ventana del piso que ñai justo encima del porche de la puerta la Iglesia, en la paré que da enta la cisterna. Entonces no’n ñabeba pas d’espadaña.

En ixos tiempos, ñabeba un zagal (güeno, ya'staba en ixa edá que se dixa de se zagal y se fa uno mozo. Un chovenastro, pues), que cada día subiba a paixentá el vacivo per las sierras. Unas veces cerraba en unos corrals y otras en otro. Casi todas las anochecidas, después de cerrá y si no le quedaba demasiau fuera mano; subiba hasta la Carrodilla (alguna noche cerraba el ganau allí mismo), y baldiaba la campana un raté. Mira, caprichos que no costán dinés y le feban sentí vida en un llugá que s’habeba quedau muy solo. La puerta de subí al piso don estaba la campana siempre estaba abierta, como las de muchas de las dependencias que quedaban en peu. Las de la Iglesia y la Casa los Amos no, qu'estaban cerradas.



Ixa é la iluminaria que tiene el coro per la ventana redonda cuan le da'l sol.
Ñai una puerteta escusada (Se vei una esquineta en la foto), que se comunica con la Casa los Amos.
Per aquí entraban y saliban los "Personajes Ilustres" pa sentí misa sin tení que baixá a'baixo.
Una d’ixas veces ya s’estaba fen oscuro, aún más al entrá en el edificio. Empeza a subí las escaleras y cuan llegaba a la metá, siente que baixaba a to corré un misache. Se pega a la paré pa que no l’atropellase. El otro pasa per debán escapán como una fuina. Ninguno de los dos van di esta boca é mía.

Esta campaneta se tocaba pa avisá qu'el cura iba a salí
de la sacristía pa di la misa.
¿A que más de cuatro no tos habebaz figau qu'estaba?
El pastó, allí mismo s’en va da la güelta sin tocá la campana aquella noche…..y cara pa'stadilla. De tanto en tanto, mirán p'atrás, no fuese caso que lo’ncorresen. Pero se vei, que si uno iba’nta’stadilla, el otro iba ent’Aguinaliu, con tal de no trobase.

Al día siguiente, antes de soltá el vacivo, va subí hasta la Carrodilla a ve si se veyeba algún rastro d'aquel fulano. No va ve pas nada. To estaba igual que siempre.

Aquel pastó, nunca va tení ni idea quí habeba siu semejante misache, ni qué podeba fe a’quellas horas per allí.


                                                                                              Francho Chardiz

miércoles, 2 de febrero de 2011

Chulapo: Un cocho conejero



Chulapo y alguno de los protagonistas d'esta historia

Ñabeba en Estadilla un cocho, que teniba fama entre los cazadós de se muy güeno pa los conejos. Ya se sabe que tenine uno así al lau cuan se sale a cazá, é llevá una herramienta casi tan importante como la escopeta.

Se llamaba Chulapo. Era de Lorenzo de Casa Felipa, un cazadó de lo “mejorcito” del pueblo. Feban güena combinación los dos chuntos.

Esta historia que tos voy a contá, el protagonista principal é este cocho. Al final, per suerte, to va acabá ben. Voy a comenzá.

Van llegá de Barcelona unos parientes de la Siña Águeda. Eran sobrinos d’ella. Quereban i a Buñero y a la Carrodilla; pero no conoceban guaire ben el terreno. La Siña Águeda era medio familia  del Siño Francho de Casa Ardós y a más ñabeba prou amistá.

El Siño Francho teniba una hija y tres hijos:

            Rosa, la hija, era la más gran. Estaba casada fuera de casa.
            Paco, el que le seguiba, llevaba el empuje de la casa y estaba soltero.
            Después veniba Rafel qu'era el tercero (de homes, el segundo). Era muy cazadó y amigo de Lorenzo, el amo de Chulapo.
            Per último estaba Joseré, que era el más chicó. Tendría unos 12 años.



Los porches de la Carrodilla
La Siña Águeda  va recurrí a su familia de Casa Ardós, a ve si alguno podeba acompañá a sus parientes.

            —Joseré, ves mañana con ixa chen qu’ha veniu de Barcelona. Acompáñalos a Buñero y llévate la llave de la Iglesia de la Carrodilla y les n’enseñas tamé—Le dice su pare, el Siño Francho.

Pronto p’el maitino arrancan car’arriba. Joseré se va llevá a Dic. Era’l cocho de su’rmano Rafel. Tamé era muy güeno pa cazá. Cuan llegaban per las eras altas, a punto de salí del pueblo, se les v'agregá Chulapo. Se vei que los dos cochos se afalagaban prou al habé iu muchas veces a cazá chuntos.


La carrodilla
Van llegá a Buñero. Se van sentá un raté pa descansá y después cara a la Carrodilla.

Era un día de mucha caló. Cuan van entrá en la Iglesia, van agradecé aquella frescura que ñabeba en dentro. Per allí se van está los de Barcelona y Joseré furonián antes de marchá car’abaixo.

A Chulapo no lo van torná a ve en to’l camino de baixada; pero Joseré no le va dá más importancia, y los forasteros…., que se sabeban ellos.

Se vei que como feba mucha caló, el cocho se chitaría dentro de la Iglesia debaixo bel banco allí a la fresca, esperán pa marchá. Total, que cuan van cerrá la puerta, se va quedá en dentro.

Per la noche, Rafel, el hermano cazadó de Joseré le dice:

            —¿Ha subiu Chulapo con vusatros a Buñero?.
            —Si, to’l rato ha iu con nusatros; pero en ha ñabiu un momento que ya no l’en tornau a ve más.
            —Me dice Lorenzo que esta noche no h’apareciu per casa y que tampoco l’han visto en to’l día. ¿No to lo habrez dixau pas en dentro de la Iglesia?.
            —Pos, no se….¡A lo milló s’han encadau!—Contesta Joseré, a ve si se libraba de tornaye all’alto.
            —Mira, mañana que t’acompañe Danielón, y vaz a ve si s'ha quedau encerrau—(Danielón era el milló amigo de Joseré y de la misma edá).

Cruceta vieja de la Carrodilla
P’el maitino otra vez car’arriba. Llegan a la pllaceta de la Carrodilla y se sentan en los banquilez de la cruceta.(Estaba enta’l otro lau de don está hoy y era muy antigua).

En aquellos tiempos, la Carrodilla, estaba muy abandonada. Se habeban caiu algunos edificios, otros estaban en muy malas condicións. Solo la Iglesia y la Casa los Amos se conservaban regular, aunque con goteras per toz los laus. No subiba pas casi ninguno en to’l año, sino era pa fechas muy señaladas.

Per ixo, los dos zagals, veyén aquella soledá y to medio espaldau, les daba no se qué acercase y van empezá a gritá desde la cruceta:

            —¡¡Chulapo!!—Nada—¡¡Chulapo!!—El cocho en dentro la Iglesia, estaría moven la coda y pensán—(Ahora vienen a soltame)—Pero claro, no ladraba pas, que era lo que los zagals se pensaban que faría.

            —Güeno, tendrén qu'entrá—Dice Joseré.

S’acercan mirán enta toz los laus. Las piernas y los dientes de Danielón se moveban con una tremoló, que no era de frío precisamente. A Joseré, poco más u menos.


Detras de ixa puerta, que é la de la Iglesia, se va quedá chulapo encerrau
Cuan meten en la cerralla aquella llave (qu’era casi tan gran como el batallo la campana), to resona per dentro la Iglesia y Danielón arranca a corré enta fuera. Claro, Joseré detrás.

            —¿Per qué tas metiu a corré?.
            —Sabes…., no sé, m'ha paeciu qu'arrastraban cadenas per dentro la Iglesia. ¿No'n ñabrá pas algun’ánima en pena del Purgatorio?—Solo les va faltá mentá a las ánimas. ¡Con el miedo que ya llevaban!.
            —Oye, mira, ¿Sabes qué?. Les dirén qu'allí no'staba, y tié que se verdá perque no s'ha sentiu pas…..Habese gritau ¿no?—Va di Danielón.
            —Güeno…vale, au que mon irén. ¡Oye! ¿Y la llave?. S’ha quedau en la puerta. Ñai que recogela, sino ya mos podén prepará—Contesta Joseré.

S’acercan los dos chuntos (no se si pa dase “valor u miedo”), sacan la llave y arrancan a corré cara ent’abixo per monte a través, in per Mentirosa.
Un pastó (el Siño Capella) con el ganau aquí devan y la Carrodilla allá detrás

Al pasá per la sierra de Casa Romeré estaba Cándido, el amo, mantornán los barbechos pa i preparán la sementera. Cuan iba Candido en el surco de culo, los dos zagals se meten en la caseta y encontran l’alforcha colgada d'una estaca. Miran lo que ñabeba y encontran una chulla magro. La parten y se comen la metá cada uno. ¡O chiquez, después de to lo qu’han pasau, la fame va ganán terreno!.

Se vei que per la noche, cuan Cándido va llegá a casa, le dice a la mullé.

            —Hoy no m’has metiu pizca en la ciambrera.
            —Ya lo creigo, una güena chulla magro te metiu.
            —Pos allí no ñabeba nada…..

Así se van quedá sin sabé qu'habeba podiu pasá.

Los dos zagals llegan por fin a casa y Rafel les pregunta:

            —¿Lez trobau?.
            —No, allí no’staba pas.
            —Güeno, pos será ixo, s’habrá encadau encorrén a bel conejo—Dice Rafel—Ya l’en diré a Lorenzo que no lez trobau.


Pllaceta que queda en dentro de los edificios
Al cabo d’una semana u per astí, el Siño Tomás el crabero, estaba paixentán per los alrededós de la Carrodilla y va sentí unos ladridos prou apagaus. S’acerca a la puerta la Iglesia y se da cuenta que Chulapo estaba en dentro. (Ya habeba sentiu contá que s’habeba perdiu). Aquella noche, después de cerrá, se llega a Casa Felipa pa avisá a Lorenzo:

            —Mira que teniz a Chulapo dentro la Iglesia de la Carrodilla.
            —¡¡Me cagüen los críos…!!

Aquella misma noche van cogé , Lorenzo, Rafel y dos amigos más, tamé cazados, y con las escopetas al hombro, cara a la Carrodilla. Cuan llegan a la puerta dicen:

            —Ojo que podría está rabián…., tantos días sin bebé.

Con mucho tiento, abren un poqué la puerta habé si daba señal d’algo raro. Con una linterna que llevaban, van ve qu’el cocho moveba la coda sin señal de nada más. Estaba fllaco com'una estraleta.

Y'habeban preparau una caldereta con aigua y pan remuixau pa que bebese y comese algo sin escanase. Según van podé ve después, el pobre animal habeba sobreviviu bebén en la pila del aigua bendita (no sé pas como se las apañaría pa llegaye; pero la necesidá fa milagros), y tamé mordisquián las velas de sebo que ñabeba en aquellos tiempos. (“Por cierto”, que feban mucha peste y fumerra cuan ardeban).

Al día siguiente, ¡menudo sainete en Casa Ardós!.

            —¡¡Pero si vaz tení miedo, haberlo dicho. No habese pasau nada; pero di que no'staba….!!

Los zagals, ya van pensá más de cuatro veces contá la verdá; pero al final no s’atreveban.

El cocho en unos pocos días se va recuperá prou ben y va podé torná a salí de cacera.


La Virgen de la Carrodilla hoy
Esta historia que tos he contau é verdá como la vida misma, en lo que me paece que m’entivocau son los nombres de las personas y las casas. A veces la memoria me va fallán. Ya me perdonarez. De todas formas lo que importa é la historia y ixa va sé así de pe a pa.
                                                                                                        Francho Chardiz

miércoles, 12 de enero de 2011

Noche de ánimas



La familia del Siño Toné y algunos criaus.



Fa años, la Carrodilla era un sitio de mucho trajín. Allí viviban unos ermitaños qu'eran los encargaus de vigilalo to. Cuidaban la Iglesia y la Casa los Amos. Éstos amos eran cuatro de los ricos del pueblo, que la van comprá después de la Desamortización de Mendizábal, per allá per metá del siglo XIX. Dicen que lo van fe pa que la Virgen quedase en manos de la chen de Estadilla y no caese en manos de forasteros. (Ixo he sentiu contá….. Y a lo milló va se así).

Tamé s'encargaban de treballá las tierras. Ñabeba muchismas. Se treballaba hasta el Campo la Basa, all’alto casi en Buñero. Este Campo la Basa era muy güena tierra y se sacaba mucho grano. Teniban gente pa fe todas las faenas, braceros, boyeros, pastós, craberos, zagals pa cuidá los corderos ….. Casi toz viviban allí. Tamé feban de fonda pa tratantes y chen que subiban cara a Chuseu y hasta Benabarre. (Pa i a’guinaliu desde Estadilla, se iba per la sierra Périz y a Calasanz, en Mentirosa, se desviaban per la canal de la sierra Tringols).


La Carrodilla.  Foto cedida p'el Cafetero
http://www.cafetero.net/



O sea, se achuntaban güena colla cada noche pa dormí. Una d’ixas noches, habeban acabau de cena y estaban recogius, fen un poco de tiempo antes de isene a la cama.

La puerta de fierro que van llama la primera vez.
Aun se veyen los amarres del picaporte que mos van furta.
          —Bom, bom, bom—Sienten que llaman con el picaporte de la puerta de fierro de los porches. (El mismo picaporte que mos van furtá muchismos años después)
            —¿Qui llama a’stas horas?—Va i alguno a preguntá, sin abrí la puerta. Un cocho muy rabioso que teniban pa vigilá, allí chitau sin fe mención de nada.
La misma puerta de fierro, veyense un trozo de los porches
            —Pos no ñai ninguno…..—Dice al torná.
            —Que raro, el cocho sin movese—Comenta el Siño Toné, qu'era el ermitaño.

Al poco rato, per la puerta del forno.

            —Bom, bom, bom—Otra vez.
            —Ya voy yo—Dice el Siño Toné, cogén la'scopeta d’un caño que teniba.
            —¿Qui llama?—Abre la puerta y se asoma con la'scopeta preparada—Ninguno, y el cocho to llargo sin da señal de nada. Esto…, esto é muy raro—Pensa.

Un raté después.

            —Bom, bom, bom—Ahora per la puerta los corrals.


Iglesia de la Carrodilla. Foto cedida p'el Cafetero
Ya to’l mundo se va movilizá. El Siño Toné con la'scopeta, otros con forcas de fierro, otros con cuchillos y navallas. Tamé van llevá’l cocho. Van cogé candils y van salí a'fuera. Van da la güelta a to la Iglesia y a la casa. No van ve rastro de ninguno.

S’en tornan enta entro, lo cerran to ben, y esperan a ve que pasaba. Cuan ya llevaban un rato y no van sentí nada más, deciden isene a la cama (….que dormise el que podese).

Ñabeba un pastó que viviba en Estadilla, perque teniba allí, casa, mullé y hijos. Cada anochecida marchaba ent’abaixo, pa torná a punto día a soltá.

—¿Sabez qui s’ha muerto esta noche?—Comenta solo al llegá—El agüelo Casa Chías—(Era uno de los cuatro amos que teniba la Carrodilla)

            —¡Ya’stá!—Dice el Siño Toné—Ixo ha siu qu’anoche, la suya ánima, antes d’isene p’al otro mundo, ha veniu a despedise de la Virgen.

Virgen de la Carrodilla. Foto cedida p'el Cafetero
Los que creigaz en estas cosas, aquí en teniz una más, y los que no….. pos güeno, pensaz lo que queraz. Yo ni saco ni meto nada a la historia, solo la conto como me la van contá.




                                                                                              Francho Chardiz